Desde la Certeza enfrentar la Duda

Por Numinous Antroposofía

Testimonio de Talleres de Euritmia con adultos en cuarentena

ELIZABETH TAUSZIG DE POODTS

“Inmersos en el mar y en la noche, ¿basta acaso la tenue luz de la estrella? No hay otra luz, marinero. Cuando el sol vuelva a salir, tal vez ya no estés allí para verlo. ¡No permitas que el mar poderoso te trague! ¡Rema en la dirección que te indica la estrella! Tal vez ella te conduzca a una nueva tierra más allá del horizonte, más allá de donde termina el mar.”

Ángel Garrido-Maturano (de “Sobre el abismo”)

La pandemia nos ha acorralado a todos, una suerte de parálisis fue tomando los movimientos. Las grandes preguntas crecen y crecen a medida que el confinamiento se extiende.

Sostener un taller de Euritmia, que no ha llegado a comenzar siquiera, se figuraba en abril imposible, pero al percibir que los grupos de chat se mantenían activos, imaginé y propuse iniciar un camino a través de medios virtuales. Un camino desconocido, y por ello pedí a quienes se sumarán, hacerlo “juntos, a la par”, en un andar tomados fuerte de la mano para investigar y sostenernos ante las embestidas que se podrían presentar.

Varias veces vacilé, pero haciendo caso a mi confianza en la ayuda siempre presente de seres superiores, en mayo comencé con encuentros de videollamadas en grupos muy pequeños (3 personas). Aclaro muy pequeños ya que para este tiempo comenzaron a abundar las conferencias y talleres en “Zoom” (una plataforma que permite encuentros virtuales de grupos grandes, decenas de personas se reúnen a una hora señalada y comparten reuniones.) Sentí que ese camino no me era afín, al menos al principio. Yo precisaba entablar una conexión cercana con cada uno, poder verlos de cuerpo entero e interactuar de persona a persona.

En este camino pude ir distinguiendo rocas y piedras de diversos tamaños, bellas flores silvestres asomándose, malezas silenciosas, cielos llenos de color y también peñascos peligrosos. Supe que la Atención Despierta en el presente sería fundamental para poder caminar con los grupos por estas sendas. Y para no sentirnos solos, siempre abrimos nuestros encuentros con un lema al Ángel:

“Ángel de la guarda, compañero protector, que seas en mi voluntad la Bondad del corazón, que seas en mi sentir el Amor fraternal, que seas en mi pensar la luz de la Verdad”.

En los primeros encuentros virtuales, intentaba comprender la lógica de la imagen que mostraba la pantalla de mi celular; había algo allí que debíamos comprender. No dudé en preguntar a un técnico sobre el tema, y él me respondió algo que tenía mucha importancia, pero hasta entonces no necesité atender. Lo que comprendí, inmediatamente lo fui compartiendo con cada grupo de trabajo a modo de vivencia.  “Como los celulares y computadoras se pueden configurar en formas distintas, muestran imágenes que no tienen por qué ser iguales en los diferentes dispositivos. Por ejemplo: pueden o no mostrar en espejo lo que están reproduciendo”. Esto fue una revelación mayor a lo que hubiera imaginado. Fui trabajando con cada grupo, experimentando mover hacia la derecha una naranja que tengo en mi mano, observando y compartiendo lo que cada uno podría ver en la pantalla. Y aunque parezca algo que comprendemos bien, el asombro de constatar que cada cual veía algo diferente, produjo una inmediata reacción de toma de conciencia de que “cada cual debía hacerse dueño del propio espacio físico”. Cada uno, en forma individual, debía auto observarse en el movimiento de los ejercicios; no nos servía intentar imitar al otro, algo que era común en los encuentros acostumbrados en la pre-cuarentena. Y esto fue algo que aprendimos, y se podía ver, que quienes se sumaron más tarde a las prácticas debían iniciar por esta toma de conciencia. Tomar un real y despierto contacto conmigo mismo fue un paso ineludible.

 Con el pasar de los días, comprendí la fuerza de la actividad que se estaba generando. A pesar de algunas opiniones, que admitían entender que la virtualidad era una mentira o un veneno en estos momentos, percibí frente a nuestros ojos la posibilidad de trascenderla, de utilizar la tecnología para nuestros propósitos. Que gracias y sólo gracias a ella, estábamos pudiendo reunirnos. Y así avancé, trayendo a la conciencia de los presentes, que la Euritmia es un instrumento para poder convertirnos en puente entre el mundo espiritual y la Tierra. Las fuerzas del Cristo, que proveen de los impulsos sanadores que el mundo necesita hoy, precisa de nuestra libre entrega del Ser para manifestarse. Repetimos una y otra vez y en diversas formas: “A través de la Euritmia, Yo me pongo a disposición de fuerzas superiores, que actuarán en el mundo a través de mí, y en esta entrega de mí mismo, deseo profundamente que lo necesario sea hecho.” Esta toma de conciencia tiñó de profunda solemnidad cada encuentro. Y entonces lo que se fue despertando en las almas comenzó a irradiar. Nuevas individualidades (amigas de amigos, primos de conocidos) se acercaron preguntando si podían unirse al movimiento. Lo pensamos juntos, aunque interiormente vivía en mí la pregunta: “¿acaso sería posible que personas que jamás hubieran oído hablar sobre Antroposofía, y menos de Euritmia, conocieran este arte de esta forma? ¿Era posible hacerlo en modo virtual y sin poder vernos a los ojos?” Mas, como el acercamiento sucedía con el mayor de los respetos, fuimos amorosamente haciéndoles lugar en la ronda.

         Ante la Certeza de que la Euritmia es movimiento etérico que se manifiesta en el cuerpo físico, y sabiendo que la “Imagen” es el motor de este movimiento, atravesamos por experiencias para vivenciar la visibilización del gesto desde los ámbitos del alma hasta que se manifiesta en el físico. Así fue posible afianzar la conciencia de que el “dispositivo de comunicación” es simplemente una ventana que nos permite trabajar juntos en el ámbito etérico de Tierra, estemos donde estemos. Sabemos que es necesario aprender a crear imágenes libres, vivas y con movimiento; aquellas que son fijas, son su mayor enemigo. Entiendo que la práctica personal de este arte que por medios virtuales pretende unirse a las de otros, ayuda a flexibilizar, a mover las formas que se van quedando quietas.

 Compartí también en estas ocasiones que sabiendo que el Cristo mora en el cuerpo etérico de la Tierra, si nosotros generamos este diálogo entre nosotros en este ámbito sutil, estaremos también posibilitando el diálogo con Él, y aún más que eso: estaríamos permitiendo que el Cristo actúe sanando el mundo a través nuestro, como dije antes: por la libre entrega de nosotros mismos hacia Él. Pudimos vivenciar que el espacio físico no nos condiciona para mover aquello que hemos decidido; tampoco, para no permitir que las fuerzas cósmicas fluyan a través de nosotros hacia el mundo. Y esto fue una experiencia preciosa. Fuimos aprendiendo a viajar por la virtualidad, aunque en verdad, la designación de comunicación “virtual” dejaba de tener sentido, ya que nuestros encuentros eran reales y más activos que nunca. Tantas personas, desde diferentes rincones del mundo, nos juntábamos y acompasábamos nuestros gestos en una danza abarcante y amorosa.

Con el suceder de las semanas, las redes de comunicación se volvieron tan solicitadas que se provocaron cortes, interferencias con sonidos extraños, pausas en las imágenes y en los audios; “hay que mutearse” fue la nueva y fiera frase en boga… Todo se volvió tan difícil de comprender, no podíamos vernos ni escucharnos fluidamente. Pero como tenemos sabido que las dificultades son posibilidades para despertar, en seguida comprendí que lo que estábamos haciendo era bueno, muy bueno, y por ello, las fuerzas adversarias ahrimánicas (de alguna manera dominadoras de la tecnología que nos estaba permitiendo realizar esta hermosa labor) se estaban sintiendo amenazadas, incómodas, entonces interferían intentado cortar nuestro trabajo. Pero al tomar conciencia de ello, advertimos que, si el encuentro que estábamos llevando adelante se veía cortado por una fuerza externa, sin falta cada cual debía cerrarlo en forma individual con algún lema que tuviera en su corazón. De ninguna manera se dejaría suelto aquello que habíamos iniciado juntos. Estos encuentros son de esencia sagrada, y si los abandonábamos allí aquellas fuerzas oscuras las tomarían para su utilidad, y no queríamos eso. Así lo hicimos, y sorprendentemente muchas de las veces la conexión mejoró notablemente. Y si no sucedía eso, lo que sí pudimos experimentar es que nuestra voluntad estaba allí, fortalecida, estábamos caminando juntos tomados de la mano.

Y sucedió entonces lo nuevo: pudimos comprender que acoger con amor el sacrificio de estos seres ensombrecidos era tenderles una mano para colaborar con su redención. Este es uno de los tesoros que hemos encontrado en el camino y cada uno tiene un pedacito de este oro en su corazón. Quiero en este momento compartir con ustedes un pasaje que Rudolf Steiner nos regala en uno de sus libros: La Encarnación de Cristo en Jesús de Nazareth (1):

En el principio era la fuerza de la recordación.
La fuerza de recordación deberá hacerse divina,
un don divino deberá ser la fuerza de la recordación.

Todo cuanto en el Yo se genera,
deberá desarrollarse de tal modo
que llegue a ser fruto
de la recordación cristianizada, divinizada.

Ella deberá tener vida,
y en ella deberá obrar la luz irradiante,
la luz que del pensar recordativo
irradia en las tinieblas del presente,
y las tinieblas, tal como ahora existen,
han de comprender la luz de la recordación divinizada.

En la época de San Juan, fortalecimos nuestros vínculos con el Ángel de la guarda y la percepción sutil de la actividad espiritual, movimiento que pudimos vivenciar como “sostén” de nuestra propia imagen y gesto. Y esto llegó para ayudarnos a llenar los impulsos que fluían en el espacio etérico. Poco a poco y por momentos, nuestro pequeño espacio en casa crecía al tamaño de la Tierra entera, al cielo infinito. Y esos segundos, astillas en la etrnidad,  iluminaban nuestras almas, provocando silencios profundos que trascienden el espacio y el tiempo.

Desde la Certeza enfrentamos la Duda. ¡Sí! Teniendo tantas preguntas, tantas posibles respuestas, y todas válidas, cada una es sólo una fracción de un entero. Pero la Certeza también vive dentro, muy profundamente enraizada,
floreciendo,
y es Una y múltiple a la vez,
y desde adentro habla
y susurra
y nos abraza con suaves alas.

REFERENCIAS

1.    La Encarnación de Cristo en Jesús de Nazareth es un libro publicado originalmente en idioma alemán con el nombre Vorstufen zum Mysterium von Golgatha (Las etapas previas al Misterio del Gólgota), donde se reúnen diez conferencias de Rudolf Steiner en torno a la cuestión. (NOTA EDITORIAL)

El lema para ángel conlleva gestos que a través de la Euritmia realizamos para hacer visible al mundo: la manifestación de este Ser de Luz. Y agregamos además formas en el movimiento que abarcan el espacio. Cada cual se mueve en la intimidad de su casa, pero si aceptamos que lo que hacemos desde nuestros pequeños espacios es una realidad en el espacio etérico de la Tierra, podemos visualizar que estamos juntos, en ronda, creando entre todos, los Mandalas Espirituales. Cada cual, desde su imaginación, puede ver esa creación conjunta, que tendrá por cualidad, la individualización de su percepción intuitiva. Y si sumamos todas las imágenes, quizá podramos conformar una imagen más cercana a la  Verdadera Imagen.

Sobre la autora

Elizabeth Tauzsig de Poodts es profesora de dibujo y pintura recibida en la Escuela de Bellas Artes Pueyrredón (1987) y Euritmista certificada por la Sección de Arte del Goetheanum (2015). Actualmente, forma parte de grupos artísticos de Euritmia y brinda este arte como docente en el Instituto Superior de formación docente Perito Moreno, guiando grupos de adultos, brindando módulos en distintas formaciones. También se encuentra ligada al nuevo impulso de la Escuela Argentina de Euritmia.

Las opiniones expresadas son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan necesariamente el punto de vista de Revista Numinous.

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