REFLEXIONES EN TORNO AL COVID-19 Y LA NUEVA NORMALIDAD
POR: MARTÍN S. GODINO
Rudolf Steiner nos advierte que las almas que son salvadas en lo que se refiere a la salud, están condenadas a buscar compensación kármica de otras maneras. Esta novel tendencia de los gobiernos a obligar a las personas a cuidar su salud y la salud de los demás va dejando un gris resabio a patología social. Se nos aconseja encerrarnos, aislarnos, ensimismarnos, alejarnos unos de otros con el fin de amarnos, de respetarnos y de cuidarnos entre nosotros. ¿Pero qué es el cuidado del otro? ¿Abandonarlo a su suerte mientras me acomodo en mi casa? ¿Cuidar al otro no será más intentar comprender, por ejemplo, qué es lo que está pasando en términos espirituales, en vez de apostar todas las fichas a erradicar físicamente un virus? ¿No será mejor en vez de restringir la circulación de las gentes, brindarles herramientas no sólo físicas sino también espirituales para intentar comprender la “pandemia”?
¿No será mejor comprometernos a sanar interiormente cada uno de nosotros en libertad? ¿Quién soy yo para prohibir la circulación de alguien que tiene una opinión distinta a la mía? ¿Quién soy yo para arrogarme la sapiencia suficiente como para asegurarle a otro que no sabe cómo actuar y yo lo voy a obligar a actuar como se debe actuar? ¿Es que estuvimos leyendo demasiado a Kant y su insano imperativo categórico? ¿Quién soy yo para creer que tengo el derecho de forzar a otro – supuestamente “por su propio bien y el de todos” – a no salir de su casa? ¿Quién soy yo para hablar en nombre de la Ciencia, para obligar en nombre de la Ciencia? ¿No será que siquiera esta la institución sacrosanta de nuestro tiempo está a la altura de las circunstancias? ¿O será que los organismos involucrados en todo este asunto ya no tienen tanto interés en hacer ciencia como en hacer política o tal vez negocios?
Veamos qué puede aportarnos la antroposofía. Rudolf Steiner insistió en reiteradas ocasiones en afirmar que todo lo que se expresa en lo material tiene su trasfondo espiritual y, para sanar a la humanidad, es menester buscar esos trasfondos espirituales. Sin embargo, la persistente modorra psíquica propia de nuestra época nos conduce siempre a las mismas ideas materialistas repetidas una y otra vez. “El nervio central de nuestra actual concepción del mundo es, en todas las áreas, buscar la comodidad; y quedarse en las causas más inmediatas es cuestión de comodidad”.
Afirma Steiner que el ser humano busca desarrollarse entre dos polos y esto tiene consecuencias kármicas. Por un lado, nos cuenta que un individuo con un sentimiento del yo demasiado débil buscará en su próxima encarnación desarrollar las fuerzas que incrementen el sentimiento de sí mismo, creándose oportunidades para enfrentar las resistencias de la corporalidad, para luchar contra las fuerzas que se le opongan desde el cuerpo físico, el etéreo y el astral a fin de forjar el sentimiento de sí mismo. Precisará tensar su sentimiento del yo al máximo. “Esto lo atraerá como un imán hacia aquellos lugares y oportunidades donde se le opongan los obstáculos más profundos”. Dice Steiner que “buscarán exponerse a una epidemia como el cólera, por ejemplo”.
En cambio, un individuo en que el sentimiento propio es demasiado pronunciado, buscará en su próxima encarnación moderar ese sentimiento, procurando que “el yo no encuentre límite en su corporalidad (…), que en ninguna parte encuentre suelo donde apoyarse, llevándolo al absurdo”. Dice Steiner que, por ejemplo, estas “condiciones se generan cuando la persona es atraída a la oportunidad que le ofrece la malaria”.
“Podemos decir, con cierta justificación que si en algún lugar se declara una epidemia, entonces se produce lo que justamente busca el ser humano para poder equilibrar algo en él”, dice Steiner y se pregunta entonces si sería un error reducir mediante instituciones las posibilidades de que se produzcan estas influencias. Su respuesta es que “si en una época los seres humanos no estaban preparados para tomar ciertas medidas contra las epidemias, es porque en esos tiempos las epidemias debían actuar según el sabio plan universal.”
Nos invita Steiner a imaginar el caso de que algunas personas se sientan impelidas por la conducción del karma a vivenciar determinadas condiciones que podrían haber sido una compensación kármica, pero sin embargo estas condiciones son erradicadas debido a ciertas medidas sanitarias y entonces no pueden adquirirlas. Estas personas “serán entonces impelidas a buscar otros efectos”, porque “el ser humano no escapa de su karma” y las medidas sanitarias no nos liberarán de la cruz que buscamos llevar.
Lo que la persona buscaba como equilibrio kármico en la condición patológica tendrá ahora que buscarlo por otro camino. “Las almas que hoy son salvadas en lo que se refiere a la salud, están condenadas a buscar esta compensación kármica de otra manera.” Sucede paralelamente que mientras la comodidad física se incrementa, el alma “poco a poco, sentirá una especie de vacío, de descontento, de insatisfacción. Y si la vida exterior continuara siendo cada vez más cómoda (…), estas almas tendrían cada vez menos incentivo para avanzar por sí mismas.”
Respecto de esta comodidad continúa diciendo “en casi ninguna otra época (1910) hubo tanta gente viviendo en condiciones externas tan agradables, pero que van por ahí con almas solitarias y ociosas, como es el caso hoy en día. Estas personas corren de una sensación a otra; luego, cuando lo económico alcanza viajan de ciudad en ciudad para ver algo, o si tienen que quedarse en la misma ciudad, corren cada noche de una diversión a otra. Pero por eso el alma queda desolada y, finalmente, ella misma ya no sabe lo que debe buscar en el mundo para adquirir contenido. Así, las almas se hacen cada vez más enfermizas mientras la vida exterior se hace cada vez más saludable.”
Se refiere luego a la protección por medio de la vacunación. Si por un lado matamos el órgano, como contraparte también tendríamos la obligación de formar de manera diferente el carácter materialista de estas personas a través de una educación espiritual adecuada. Este sería el contrapeso necesario. De lo contrario sólo hacemos la mitad del trabajo.
“En una época cultural apareció la viruela, cuando existía la tendencia general a desarrollar en alto grado el egoísmo, la falta de amor.” Menciona que con la vacuna antivariólica se elimina la receptividad para la viruela y así el “órgano del desamor” es eliminado en el cuerpo físico, con lo cual hay que ofrecer algo al alma de estas personas, cuya organización corporal hemos cambiado.
Desde este punto de vista, una vacuna no dañaría a una persona si esta persona recibe paralelamente una educación espiritual para compensar lo que la enfermedad traía y ahora no puede traer.
Muchas de las afirmaciones de Steiner aquí expuestas están lejos de ser comprobables por muchos de nosotros, así como está lejos de ser comprobable la efectividad de estas forzosas medidas políticas en contra de la consciencia individual. Sin embargo, vuelvo a preguntarme quién soy yo para prohibir a otro ir en busca de su destino. ¿Quién soy para obligarle al otro mis deseos de salud propia y colectiva? ¿Quién soy para forzar a otro a ser “solidario”? ¿Quién soy para hablar de libertad si obligo a otros a perderse? Porque en este caso ni siquiera se sugiere, se obliga al otro a “salvarnos a todos” en nombre de la “solidaridad”. Sin embargo, no existe ni existirá nunca solidaridad forzada. Sólo existe una única solidaridad y es la que se realiza libremente. Por otro lado, como menciona el dicho, “el infierno está lleno de buenas intenciones”.
Si queremos ser solidarios, estudiemos cómo humanamente – es decir, libremente – podemos atravesar este momento. Estudiemos qué es lo que verdaderamente hace falta y hagamos algo al respecto. En vez de prohibir, facilitemos, construyamos ventanas en vez de fabricar muros, abramos las puertas en vez de cerrarlas.
REFERENCIAS
Todas las citas del presente texto pertenecen a:
- STEINER, Rudolf, Las manifestaciones del karma, Editorial Antroposófica, Buenos Aires, 2014 (GA 120).
Sobre el autor
Martín Sebastián Godino cursó estudios en Filosofía, Comunicación Social, Arte Dramático, Cine y Fotografía. Es profesor de nivel primario por el Instituto de Formación Superior Perito Moreno. Se ha desempeñado como docente en escuelas con orientación Waldorf en el nivel inicial, primario y secundario. Ha publicado los escritos: “Camilo Diosmío” (2017), “Cuaderno Azul” (2011) y “Werther escapa” (2009). Fue premiado en diversos certámenes literarios en las categorías cuento, poesía y ensayo. Actualmente es parte del equipo editorial de la Revista Numinous. Correo electrónico: godyland@hotmail.com
Las opiniones expresadas son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan necesariamente el punto de vista de Revista Numinous.