UN AÑO DE SU VIDA A DOS AÑOS DEL COMIENZO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
POR: TATIANA SCHNEIDER
La fotografía que ven (Rudolf Steiner) está en blanco y negro en la tapa de un libro de Peter Selg. Al ser miembro integrante de la Sociedad Antroposófica suiza, muchas veces da sus conferencias para la sociedad suiza en la Carpintería del Goetheanum, y allí habló de Rudolf Steiner 1916. Al poco tiempo la editó en la Editorial del Legado de Ita Wegman y en Septiembre 2016 en Dornach compré el pequeño librito.
Hace añares Radio Nacional tenía un programa llamado “El libro leído para usted”. Yo era aún escolar y no quería perdérmelo. Sin biblioteca y sin medios económicos, era un lujo esa transmisión y poder escuchar poesía, biografías, textos en prosa, historias leídas con voces masculinas o femeninas con muy buena modulación. Todo ello fue para mí una delicia y hoy lo recuerdo como un trozo de cultura aprendida por oír atentamente, escuchar en profundidad y tratar de comprender.
Hoy podemos leer todas las obras de R. Steiner editadas en alemán y elegir las conferencias de un año, las que fueron su tarea en ese año. Dónde estuvo, qué hizo y cómo fue su actitud humana. En este caso, el Prof. Dr. Peter Selg, médico, psiquiatra juvenil, escritor, conferencista y editor, relata que lo llamativo para él fue, que todo aquello que en ese entonces dijo y vivió Steiner se puede comparar con este, nuestro tiempo. La peor de las guerras ya cundía en aquel entonces hacía dos años y los muertos eran miles y miles.
“El Prof. Dr. Peter Selg, médico, psiquiatra juvenil, escritor, conferencista y editor, relata que lo llamativo para él fue, que todo aquello que en ese entonces dijo y vivió Steiner se puede comparar con este nuestro tiempo.”
Casi parece incomprensible que Rudolf Steiner dejase Dornach, justamente donde se hallaba su obra más preciada, aquel Primer Goetheanum con el cual hasta se sentía unido físicamente, para trasladarse a Berlín y dar allí innumerables conferencias, en la Casa de Arquitectura, también en la calle Motzstrasse y en otros lugares habituales para sus exposiciones orales.
¿Cómo es que dejó medio año su tarea artística en manos de tantos obreros y artistas que tallaban ese edificio que hoy se lo podría nombrar como la obra de arte completa? Muchas personas de diferentes países, diferentes en lengua e idiosincrasia, todos hacían su tarea para la Antroposofía. Reunidos por un destino común: conocer el mundo espiritual.
Y aunque oían los cañones en Dornach, que cercanos en Alsacia diariamente retumbaban, realizaban su trabajo en base a las pequeñas maquetas que Steiner mismo hiciese. Muchos extranjeros se sentían allí vigilados, los rusos especialmente temerosos de visitas policiales encubiertas de civil, quienes caminaban bajo los árboles y en constante observación. Muchos debieron regresar a sus países llamados para servir en el frente bélico. Otros aún podían hacer tareas con el constante acoso de cuándo llegaría la llamada y recibiría la visa de estadía o de salida y como llegaría a su tierra; seguro que no por el campo de batalla. Andrej Biely relata así parte de su odisea de viaje (ver reseña en la página contigua)
Una de las cosas que sorprenden son los motivos de sus conferencias. Steiner mismo dice que “es para la vida, aún durante la gran guerra nacen niños y para esa vida él debe hablar”. Sus conferencias se relacionan con los doce sentidos. Con nervio y sangre. Sobre los doce sentidos él ya había hablado una vez sobre diez de ellos y ahora lo hace sobre doce y asevera que para que sea un sentido de percepción, debe tener los órganos correspondientes. Del nervio habla de manera tal que explica que el nervio es lo más vivo en el mundo espiritual, el nervio allí es vida. Sin embargo si es terrenal pierde esa capacidad de vida llegando a ser casi lo más necrótico, pues otorga esa vida que poseía a la sangre; en la Tierra la sangre es lo más vivo gracias al nervio y su servicio.
Sin embargo los temas no son sólo lo importante sino su comportamiento. Terminada la conferencia – y así lo relata Friedrich Rittelmeyer quien fundase con otros sacerdotes la Comunidad de Cristianos – Steiner aún respondía como habitualmente gran cantidad de preguntas. Sin embargo, descendía del escenario y tomaba asiento entre las personas y su modo de relacionarse con ellos era como si comprendiese cada situación personal; tantos habían perdido a muchos de sus seres queridos, familiares, vecinos, amigos. Y sabía que sólo su actitud humana haría que esas personas mitigasen sus pérdidas y él pudiese hablar del mundo espiritual donde todos ellos se hallaban – cada cual según su destino – y la importancia de conservarlos en la memoria y dedicarles un tiempo en las lecturas, de pensamientos profundos y de recuerdo que les diera luz en aquella oscuridad en la que se encontraban.
Al fallecer, Rittelmeyer dejó a sus amigos sacerdotes sus Conversaciones con Steiner, y hoy un colega las ha editado por la riqueza de las observaciones de Rittelmeyer mismo, como la que acabo de relatar.
Esta expresión tan importante – que debe hablar para la vida – puede indicarnos cuán compenetrado se encontraba Steiner con el futuro. Aún acompañaba, estando en Berlín, al general Helmuth von Moltke (18481916), según las propias palabras del militar. Y es de suponer que el general participaba de sus conferencias. Von Moltke había sido retirado de su cargo y ya se veía claramente que su sucesor sólo estaba interesado por la lucha y el poder. Von Moltke muere de un infarto justamente cuando hablaba en el Reichstag/Bundestag – El Parlamento Alemán — y podríamos comparar sus palabras con las que actualmente, en 2016 (100 años después), fueran pronunciadas en el mismo lugar por el Dr. Navid Kermani, con respecto a los que huyen de sus hogares, el abismo europeo y las oportunidades posibles para la humanidad.
Tal vez aquí deba intercalar que Alexander von Bernus (1880-1965) tenía cerca de Heidelberg una gran propiedad que le ofreció a Steiner cuando en Munich el Colegio de Arquitectos no permitió la construcción del Johannesbau –el edificio de San Juan – como fue designado en aquel entonces. Steiner respondió agradecidísimo e indicó que ya había tomado la decisión por Dornach. Von Bernus le contó de su deseo de realizar una publicación esotérica y le consultó si estaría dispuesto a escribir un artículo inaugural. Steiner respondió positivamente y al decir von Bernus que él desearía publicarla bajo la tutela de la Sociedad Antroposófica, Steiner seriamente le aconsejó que no lo hiciera, que no era para nada conveniente. Efectivamente quienes se opusieron a la publicación de von Bernus fueron ¡los antropósofos mismos! Von Bernus recibió cientos de cartas opositoras y hasta ofensivas, comprendiendo allí el consejo de Steiner.
Esto nos indica que Steiner vivía constantemente criticado por sus propios seguidores y de manera tal que su soledad era abrumadora: no sólo su ser diferente y sus conocimientos de aquel mundo del que partimos y hemos olvidado, sino también la envidia humana que posteriormente culminó con el trágico incendio del Primer Goetheanum. Después de una conferencia de carácter interno (más allá de 1920) en la cual Rudolf Steiner tronaba contra los antropósofos, tomó del brazo al señor Hans Hasso von Veltheim-Ostrau diciendo: “Sin ustedes, andantes solitarios, sería para desesperarse”. A mitad de año, regresan Rudolf y Marie Steiner a Dornach y son recibidos en el Goetheanum – en construcción – como “la luz que les iluminará la oscuridad”. La alegría es enorme a pesar de oír los cañonazos cercanos. Nuevamente se encuentra aquél a quien esperaban con avidez entre ellos, sabiendo ya que otros tantos partirían. “Oírlo, verlo aunque sea por última vez.” Y en esta alegría les espera una carta de Édouard Schüré (1841-1929), aquel escritor francés, ocultista y también miembro de la Sociedad que ha escrito Los grandes iniciados, aquel que recibe a Rudolf y Marie desde 1906 en su casa en tiempo de descanso al pie del Monte Odilia. Hasta ese momento, Schüré es muy amigo de Marie, quien ha traducido al alemán algunas de sus obras y quien conociese a Steiner por intermedio de él. Al pie del monte Odilia es donde Steiner escribe Los escritos de Baar, dando respuesta a preguntas del escritor.
Sin embargo, una carta les esperaba en Dornach y era la renuncia de Schüré a la sociedad, donde detalla su aversión a la conducción de Steiner, a quien considera ahora una persona que desea germanizar a Europa. Y con esas líneas convierte en realidad aquello que Steiner ya había predicho como propaganda bélica, como engaño de los reales sucesos en el frente, y que la guerra es sólo una y otra vez maquinación y manipulación publicitaria, bajo la cual caen las personas sin darse cuenta de lo siniestro del engaño. Esta carta de renuncia también acusaba a Marie de querer engañarle con su amabilidad y servicio literario. Marie, sensible como era, cayó enferma y nunca se repuso del todo de estas acusaciones, resintiéndose su salud considerablemente.
Y un suceso más. Siete años después, Steiner les dijo a los miembros de la Sociedad Antroposófica que, si en verdad ellos lo aprecian y desean que siga siendo su consejero, deben agradecer de corazón y enormemente a Miss Edith Maryon (1872-1924), quien en 1916 le salvó la vida. Y allí relata que el andamiaje donde ambos estaban trabajando en la talla del Representante de la Humanidad (ver foto de abajo) presentaba unos huecos entre sus tablas y por uno de esos huecos Steiner perdió pie y fue Mis Edith Louise Maryon quien le salvó la vida y gracias a quien él aún puede estar allí. Al ver qué hubiese sucedido si hubiera caído comprueban que habría sido atravesado de lado a lado por una aguda punta allí abajo.
Han pasado cien años de ese año tan nefasto, acerca del cual Steiner ha dicho: “es un año donde brutalmente se puede comprobar la falta absoluta del pensar”. Y bien podríamos decir que apenas hemos despertado a ser un poco diferentes a aquel entonces si pensamos en las muertes otrora en Normandía y todas las que suceden actualmente en diferentes frentes.
Un hecho peculiar es que, al mismo tiempo que se construye el Primer Goetheanum, el Zar Nicolás II de Rusia y veintiséis naciones firman un acuerdo en el Palacio de la Paz construido en La Haya en 1913, palacio que poseía la jurisprudencia necesaria para acuerdos entre litigios territoriales, para evitar las guerras y el armamento de los países. Este acuerdo no logra su cometido y al año siguiente de su inauguración, 1914, estalla la Primera Guerra Mundial.
Dos años más tarde, en 1916, Rudolf Steiner “habla a la vida”, al porvenir, pues aún en épocas bélicas “nacen los niños” y nos entrega la comprensión de los doce sentidos, nervio y sangre, entre otros temas en los que habla del mundo espiritual entre la muerte y un nuevo nacimiento, en vista de todas aquellas almas que cruzan el umbral en ese entonces y expresa su comprensión hacia la humanidad que vive en esos tiempos.
Sobre la autora
Tatiana Schneider Czerniczyniec realizó su formación pedagógica en el Goetheanum, Dornach, Suiza y en San Christoferus, Lima, Perú. Se desempeñó como educadora de nivel inicial y en la educación de niños necesitados de cuidados anímicos. Co-fundadora emérita de la Fundación San Rafael (Argentina) y de la Casa Ita Wegman (Argentina). Intérprete de alemán castellano. Actualmente es integrante del Círculo de Miembros de la Sociedad Antroposófica en la Argentina y del Colegio de la Escuela superior para la Ciencia Espiritual.
Las opiniones expresadas son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan necesariamente el punto de vista de Revista Numinous.