A las puertas del invierno, en el hemisferio sur, siendo el año 2020, nos hemos visto sorprendidos por un “accidente” clasificado el día 11 de febrero del presente año por la Organización Mundial de la Salud como covid-19. Y en esta simple oración introductoria ya se presenta mucho para pensar en torno a si es o no un accidente de la naturaleza o si es el hombre mismo la causa, como también si es o no de fiar este organismo internacional. Pero no queremos entrar en estos detalles – no tan detalles – hoy. Sea accidente o destino, nos encontramos ante lo que puede concebirse o bien como una gran desgracia, o bien acaso como una gran oportunidad.
¿Oportunidad de qué? Es la oportunidad de poner verdaderamente en práctica el desarrollo de nuestro ser, de dedicarnos a la educación de nuestros órganos espirituales.
Dijo el poeta Friedrich Hölderlin: “Las olas del corazón no estallarían en tan bellas espumas, ni se convertirían en espíritu, si no chocaran con el destino, esa vieja roca muda.” Recordando que es primordialmente mediante el sufrimiento como puede el ser humano desplegar su desarrollo interior, entendemos que estas enormes oportunidades de crecimiento no se dan con demasiada frecuencia a lo largo del movimiento de los astros.
Nos encontramos en una situación donde no pareciera ser sencillo para la consciencia el moverse, el habitar el mundo; especialmente en lo que respecta a los medios masivos de comunicación, llámense la televisión, la radio, los periódicos y más recientemente todo el abanico del ámbito virtual y la red global. Si antes ya nos sentíamos un tanto hastiados de información, con el advenimiento de este suceso que se ha clasificado como “pandemia”, de pronto sentimos que la gota rebalsó al fin el vaso, que ya nuestra consciencia no puede abarcar tal cantidad y variedad de datos, tanto contenido, y que – para colmo – se nos presenta más como cáscara que como fruto entero. Uno se halla de pronto, si quiere vislumbrar la realidad de los hechos, forzado por el orden de los acontecimientos a volverse un meticuloso agricultor en el campo de las representaciones, debiendo volverse extremadamente hábil en la cosecha, para poder separar la maleza del trigo.
Nos hallamos entonces ante un momento de enorme aprendizaje espiritual. Así como cuando como individuos nos enfermamos, tenemos la oportunidad de desentrañar un secreto que nuestro cuerpo anhela mostrarnos, así también en este episodio de enfermedad “pandémica” (que habrá que ver cuál es la verdadera enfermedad detrás del virus), estamos a las puertas de lo que podríamos llamar un secreto planetario. El que esté dispuesto hoy a correr el velo, es posible que no tenga mejor oportunidad en mucho tiempo.
Escribió también el poeta Hölderlin “El hombre cuando ama es un sol que todo lo ve y todo lo transfigura; cuando no ama es una morada sombría en la que se consume un humeante candil”. Trabajemos entonces, atendiendo al llamado del Guardián del Umbral, en vencer las fuerzas de la duda en el pensar, superar el odio en el sentir y desarticular el miedo en la voluntad. Aquí la gran tarea del alma consciente que mediante el trabajo interior es capaz de crear las condiciones de claridad en el pensar, amor en el sentir y coraje en la voluntad. Para que ante la sustancia de la mentira que crece, tengamos el valor para sembrar con amor en el cosmos las salutíferas fuerzas de la veracidad, la sinceridad y la honestidad.
Fue durante la Primera Guerra Mundial, al tiempo que continuaba dando conferencias y construyendo el edificio del Goetheanum en Dornach, cuando Rudolf Steiner recordó a su auditorio que “aún durante la gran guerra nacen niños”. Que este mismo espíritu nos halle cada día de pie ante las circunstancias de la vida, para que al marchitarse la flor no olvidemos que estamos preparando al mismo tiempo el nacimiento de una nueva flor. Y rememos pues hacia costas de mayor apertura, tomando las conquistas del materialismo pero sin por eso continuar siendo materialistas. Volvamos hoy a ampliar el horizonte.
Queremos, por último, desde el humilde espacio que significa nuestra revista agradecer a todo aquél que, consciente de las dificultades del curso de los acontecimientos actuales, está en este momento dedicando su consciencia a los demás hombres.
EQUIPO EDITORIAL DE REVISTA NUMINOUS