POR: FEDERICO HALBRICH
1. LA ANTROPOSOFÍA Y SU RELACIÓN CON QUIENES LA ESTUDIAN
Existe una actividad informal muy reveladora para hacer en ronda de amigos que estén hablando de la Antroposofía: consiste en escuchar sus primeras impresiones. Cuando uno tiene oportunidad de escuchar testimonios de diversas personas relatando sus primeras impresiones personales al encontrarse con la Antroposofía, suelen descubrirse algunas en común. Una de las variantes es el de la persona que había estado buscando “algo para su vida espiritual” y que ahora por fin había llegado “a casa”, tras la exploración de muchos otros caminos; y que los contenidos de la Antroposofía ponían en palabras, imágenes o iniciativas justamente lo que su alma necesitaba expresar u oír. Estas personas tienen la sensación de que ya conocían a la Antroposofía desde un antes indefinido, y que no hay mucho en ella que les sorprenda o les parezca inverosímil; y, por otro lado, tampoco sienten una urgencia en apurar las cosas, porque cada persona llegará a la Antroposofía a su tiempo y poco a poco podrá ir estudiando hasta comprender o “recordar” en forma consciente lo que “ya sabía en el corazón”. Podemos, cariñosamente y con sentido del humor, describirlos como los convencidos naturalmente, entendiendo, sin embargo, que tras esta modalidad de encuentro con la Antroposofía vive una profunda realidad biográfica. La parte luminosa, la luz de este tipo de encuentro con la Antroposofía, es el fuego de la convicción que se expresa como belleza, paz y firmeza en el alma; pero, en contraposición, su sombra es el peligro de caer, sin querer, en la rigidez del dogmatismo, exigiendo bien intencionadamente a los demás a asumir su propia modalidad como la mejor: “que hay que sentir en el corazón primero y que las ideas vendrán después”.
Otro gran grupo se compone de personas que sintieron una enorme sorpresa, asombro, y hasta indignación, al enterarse de los contenidos de la Antroposofía. Sus primeras preguntas eran de la índole de “¿qué pruebas hay para todo esto?”; “¿cómo se fundamenta tal o cual dato?”; “las cosas que cuenta Rudolf Steiner, ¿son un delirio o son una experiencia real?”; “¿estoy en peligro de caer ante una sugestión masiva o adoctrinamiento?”. Estas personas suelen realizar un viaje apasionado dentro de la Antroposofía como fogosos estudiosos, y su rasgo principal es la honestidad cognitiva consigo mismos: no quieren auto-engañarse ni ser engañados, no les parece correcto entregarse a la fe ciega y profesar obedientemente, pero tampoco cerrar la mente en descreimiento ante lo desconocido o inusual; ambos gestos les parecen inadecuados para la esfera del conocimiento. Podemos, cariñosamente, describirlos como los estudiosos meticulosos. Su luz es la claridad del pensamiento conceptual y su capacidad de inter-relacionar; su sombra es el exceso de intelectualidad, porque a pesar de que se apasionan con las ideas, pueden llegar a ser muy mentales pero con carencia de imagen artística, calidez de corazón, veneración o aplicabilidad a la vida práctica.
Luego hay personas que rozan la Antroposofía diciendo “esto no es para mí en este lugar y en este momento de mi vida”, y siguen por su camino pero, sin embargo, reconociendo sus “frutos”. No les interesa de momento profundizar en la filosofía, la cual consideran innecesariamente difícil, pero avalan las iniciativas prácticas que surgen de ella. Muchas de estas personas mandan a sus hijos a escuelas Waldorf, consumen productos biodinámicos, se atienden con médicos de orientación antroposófica, etc. Se interesan por y apoyan sólo a aquellas partes de la Antroposofía en las cuales las verdades se reconocen por su aplicación práctica en el mundo. Podemos, cariñosamente, describirlos como los apoyadores prácticos entre los cuales se encuentran también un gran grupo de ampliadores del movimiento y colaboradores de las iniciativas derivadas de la Antroposofía. Su luz es el plasmar en la realidad y agregar valor en el mundo; su sombra es el hacer antes de tiempo, apresurarse, no saber esperar el momento propicio e instigar a la precocidad de las iniciativas.
Luego hay un cuarto grupo de personas que directamente no toleran a la Antroposofía, y dedican una buena parte de su tiempo y actividad a atacarla a ella, a su fundador, a las personas que la estudian y a los aportes culturales que se derivan de ella. Suele suceder que no la estudian con suficiente profundidad y, debido a ello, la malentienden y luego publican sus propios malentendidos como una caricatura de una Antroposofía a la que ellos luego atacan. También da la impresión, por las citas muchas veces extraídas de la literatura antroposófica en forma descontextualizada, que ellos estudian los textos en busca de puntos de ataque. Curiosamente, no se alejan de la Antroposofía, no les es indiferente, sino que permanecen cerca de ella criticando y difamando, sin percatarse de que por ocuparse y darle tiempo y trascendencia en sus vidas a temas antroposóficos, ellos mismos se autoincluyen como acompañantes enojados del movimiento. Podemos, cariñosamente, describirlos como los críticos detractores. Su luz es cuestionar; pero su sombra es su desconocimiento de la Antroposofía y su gesto destructivo.
Es decir que hay una gran diversidad de acercamientos a la Antroposofía (por ejemplo, estos cuatro “temperamentos” descritos): los convencidos naturalmente; los estudiosos meticulosos; los prácticos, apoyadores y ampliadores de las iniciativas; y los detractores anti-antroposóficos pero que permanecen cerca. Y seguramente hay tantas otras más como personas hay.
Pero una cosa se hace notable inmediatamente: el movimiento antroposófico no es una comunidad homogénea. Con el transcurso de los años, las personas irán transformando interiormente, en más o en menos, su vínculo con la Antroposofía, hasta llegar, inclusive, a cambiar de “temperamento” y actitud interior hacia ella, pero jamás se homologan las diferencias entre individualidades. Y es sano así. Siempre coexisten la discordia y la tensión seguida por armonía y conciliación y así sucesivamente. ¡Por eso no es posible “armar una secta” con toda esta diversidad! ¿Quién subyugaría a quién? Por eso, quienes insinúan que la Antroposofía es una secta, simplemente no perciben, la diversidad, la pluralidad y la libertad de expresión que existe en ella.
Dos citas de Rudolf Steiner ejemplifican su visión de cómo coexisten irremediablemente lo diverso y lo contradictorio en la realidad:
“En un mundo donde confluyen las influencias de individualidades que son independientes entre sí, es absurdo postular, e imposible que se dé en la existencia, la ausencia de contradicciones. El principio de la no-contradicción es un postulado abstracto que sólo conduciría al empobrecimiento de las ideas. […] La realidad sólo puede ser íntegra cuando contiene en sí tanto lo positivo como lo negativo, es decir, el mundo contradictorio de la realidad” (1).
“La capacidad de experimentar los contrastes con plena consciencia se constituye en el medio mismo para comprender al mundo en su forma verdadera. Allí donde los contrastes se vivencian equilibrados, allí reina lo inanimado, lo muerto.
Allí donde hay vida, actúa el contraste desequilibrado, y la vida misma es la continua superación y a la vez la nueva creación de contrastes” (2).
Cuando Rudolf Steiner, autor de La Filosofía de la Libertad, fue abordado con la pregunta de si la Antroposofía era sectaria, su respuesta fue “Absolutamente No”, y que la prueba era, justamente, la Escuela Waldorf, por su carácter de promover lo universalmente humano: “Toda secta o grupo partidario tiene la intención de fundar una escuela sectaria para adoctrinar a los niños en su propia ideología. Pero eso es exactamente lo opuesto a la naturaleza de la Antroposofía. La Antroposofía sólo puede gestar instituciones que promueven a la humanidad universal; lo hace en forma natural. Las personas que todavía tratan al movimiento antroposófico como si fuera una secta a pesar de estos hechos, o son poco observadoras o simplemente malintencionadas, pues la Escuela Waldorf, aquí en Stuttgart, ofrece prueba positiva de que la Antroposofía se ocupa de lo que es universalmente humano” (3). Sin embargo, no es esta expresa negación de Steiner la que constituye la prueba final, sino que es la realidad de las estadísticas mismas: en realidad sólo hace falta reparar en la pequeñez de la membrecía actual de la Sociedad Antroposófica respecto a la cantidad de alumnos egresados de las escuelas Waldorf. De haber sido adoctrinados sectariamente los alumnos de las escuelas, hoy la membrecía superaría anualmente el centenar de miles de graduados y familiares de las más de 2.000 escuelas existentes en el mundo. Sin embargo, la membrecía mundial de la Sociedad Antroposófica es apenas una ínfima parte de tal número. Si los ex alumnos no se han hecho miembros es porque nadie les ha obligado a serlo. Y si nadie les ha obligado es porque no existe secta o influencia que haya subyugado sus pensamientos, sentimientos o modos de actuar en forma alguna. Como corolario, ciertamente coexisten, dentro de la comunidad de personas cercanas a la Antroposofía, creyentes y no creyentes, dogmáticos y anti-dogmáticos, prácticos e imprácticos, teóricos y vivenciales, líderes y seguidores, cristianos, budistas, pintores, músicos…, y la lista continúa infinitamente, porque ¿qué es esto si no la expresión de que la diversidad de la humanidad no es interrumpida en el movimiento antroposófico? Podrá suceder que algunas personas promuevan alguna forma de dogmatismo o sectarismo, según impulsos de la disposición caracterológica de las personas involucradas, pero dichas formas son absolutamente contrarias a la naturaleza de la Antroposofía, de su fundador y de todo amigo o miembro que valora el principio del individualismo ético: “Vivir en el amor a la acción y dejar vivir en comprensión de la voluntad ajena. Esa es la máxima del ser humano libre” (4).
CUATRO MANERAS DE DECIR: “STEINER DICE…”
Ciertamente, “Steiner dice…” debe ser una de las frases más repetidas dentro del movimiento antroposófico. Los críticos detractores se valen de ella para sus acostumbradas acusaciones de sometimiento a la palabra del líder, desprecio por todo lo que no provenga de los escritos del líder, creencia infantil en la autoridad, la no incorporación de información que no provenga de Steiner, etc.
Un primer aspecto de este tema es que si uno se detiene a considerar que un grupo de seres humanos, libremente, decide estudiar la obra de Rudolf Steiner, no es para extrañarse que aparezca innumerables veces la frase “Steiner dice…”, dado que es el autor del tema del que trata el estudio. Sería parecido a pretender que los estudiantes de la obra de Aristóteles no digan “Aristóteles dice…”.
Es obvio que se escuchará innumerables veces la frase “Steiner dice…” entre quienes eligen estudiar su obra, sencillamente porque Rudolf Steiner ha dicho mucho sobre muchas cosas. Y también debería ser obvio que quienes estudian a Rudolf Steiner deberían ser totalmente libres para decidir cuándo realizar un estudio comparativo entre Steiner y otros autores, y cuándo concentrarse en la obra de él. Lo mismo vale para los pedagogos en una escuela Waldorf. El marco teórico de la pedagogía es la Antroposofía. Es tan natural que se hable principalmente de Steiner en las escuelas Waldorf, como en las escuelas Montessori se hable de María Montessori, y en la pedagogía crítica, de Paulo Freire.
Pero hay otro aspecto que sí tiene que ver con el conjunto epistemológico y madurativo en el proceso de aprendizaje y transmisión de conocimientos. Así como el niño progresa, atravesando etapas evolutivas epistemológicas y madurativas pero, sin embargo, existe la posibilidad de que a medida que avanza en algunos aspectos, quede rezagado en alguna unilateralidad de etapas anteriores, lo mismo puede ocurrir con un adulto respecto a la natural y gradual manera en que se apropia de las representaciones y conceptos de un nuevo tema de estudio. El ejemplo clásico de esta situación es el adulto que aprende, ya de grande, un segundo idioma (5). Si bien el adulto ya ha desarrollado sus capacidades intelectuales en su idioma natal, se encuentra ante el desafío de una serie de signos, pronunciaciones, vocablos, estructuras gramaticales y sentidos desconocidos para él. Es muy interesante observar el proceso de aprendizaje. Se notará que se desarrolla un proceso que consiste de la imitación, la confianza en la autoridad, la libre improvisación lingüística y el cuestionamiento a la razonabilidad de la gramática, para llegar finalmente a ser usuario adulto del nuevo idioma.
La persona estudiando Antroposofía, como cualquier otro campo de estudio, pasa por etapas en las cuales recaba, analiza y sintetiza nuevos datos de información. Cada cual conoce su historia en ese sentido, y no es mi intención aquí analizarlo a fondo, sino sólo ofrecer una imagen sencilla para ilustrar el hecho mismo y relacionarlo con cuatro maneras de significar la frase “Steiner dice…”
Ejemplo 1: Paralelo con la “Etapa Jardín”, de 0 a 7 años de edad, donde das tus primeros pasos en el estudio de Antroposofía. Todo es nuevo y la aproximación a todo lo nuevo es perceptual e imitativa, aún no penetrada por el pensamiento abstracto o el juicio propio. Un diálogo imaginario entre vos y un interlocutor.
Vos: —¡El hombre reencarna!
Tu interlocutor: —¿Cómo sabés? Vos (haciendo agua…): —Porque lo dijo Rudolf Steiner.
Tu interlocutor: —Ah, mirá vos, ya entiendo. ¡Él lo dijo y vos lo repetís! imitaCión y repetiCión.
Ejemplo 2: Paralelo con la “Etapa de la niñez”, de 7 a 14 años. Segunda etapa de estudio de Antroposofía.
Vos: —¡El hombre reencarna! ¡Tendrías que aceptarlo!
Tu interlocutor: —¿Por qué tengo que aceptarlo?
Vos: —Porque lo dice Rudolf Steiner, y él es la autoridad en el tema.
Tu interlocutor: —Ah, mirá vos, ¡tengo que aceptarlo porque lo dice Rudolf Steiner!
ACEPTACIÓN INCONDICIONAL Y FE EN LO QUE DICE LA AUTORIDAD AMADA. ENORME ENTUSIASMO.
Ejemplo 3: Paralelo con la “Etapa de la adolescencia”, de 14 a 21 años. Tercera etapa de estudio: el diálogo se invierte y comienza un interlocutor.
Tu interlocutor: —¡El hombre reencarna!
Vos (que ya venís estudiando bastante, ironizás y le exigís): —¿Y por qué lo aceptás así nomás?
Tu interlocutor (haciendo agua…): —¡Porque lo dice Rudolf Steiner!
Vos (confrontando y rebelándote, como buen adolescente, saltás respondiendo): —¡Ajá! ¡Te agarré! ¡No sos un libre-pensador! Toda la gente que dice “Rudolf Steiner dice…” padece del síndrome de adoración y dependencia en la autoridad.
JUICIO LIBRE PARA CUESTIONAR, CONFRONTAR Y ANTAGONIZAR A AUTORIDADES DUDOSAS. FASTIDIO CON LAS DEMÁS PERSONAS QUE DICEN “STEINER DICE…”
Ejemplo 4: Adultez
Tu interlocutor: —¿Qué me podés decir de la reencarnación?
Vos: —Desde mi experiencia personal… (tal o cual cosa) y, aparte, Rudolf Steiner dice… (tal o cual cosa, en tal o cual conferencia, dentro de tal o cual ciclo). Te lo digo sólo para que sepas dónde encontrar la cita por si tenés interés en leerlo vos mismo y seguir investigando el tema para llegar a tus propias conclusiones.
Tu interlocutor: —¡Gracias por la información! (se lo deja libre al interlocutor) (6).
YA NO HACE FALTA APELAR A LA AUTORIDAD DE RUDOLF STEINER PORQUE LAS IDEAS SE SOSTIENEN POR SÍ MISMAS. SE TIENE FAMILIARIDAD Y SOLTURA QUE PERMITE INTERRELACIONAR LOS DIVERSOS TEMAS. SE NOMBRA A RUDOLF STEINER PARA INFORMAR Y CITAR LA FUENTE BIBLIOGRÁFICA.
Lo que he querido ilustrar con estos ejemplos, es que, efectivamente, se encontrarán personas dentro del movimiento antroposófico que solo imitan y repiten a Rudolf Steiner y/o a los contenidos de la Antroposofía; otras que lo aceptan como una fe o creencia; aún otros que se quedan fijados en una perdurable ironía hacia otras maneras que no sean la propia. Es cierto que existen esas formas. Pero también existe una manera adulta que, a partir del estudio de la Antroposofía, elige una forma de percibir, de vivir y de trabajar que no se basa ya en la imitación, ni en la autoridad de Steiner, ni en el idealismo natural de la juventud, sino en un idealismo conquistado a partir de comprender cada vez más íntegramente, y con humildad verdadera, las realidades de la existencia. Es cierto que todos pasamos por las etapas previas nombradas como variedades de la condición humana entre las personas cercanas a la Antroposofía pero, nuevamente, esto no es asunto que deba atribuirse a Rudolf Steiner ni a la Antroposofía, sino al alma humana en general. Vaya donde vaya el ser humano, camino espiritual que tome, partido político que apoye, sistema de creencias que adopte, siempre habrá de confrontarse con los desafíos de la maduración gradual de su propia condición humana, tanto en sus impedimentos como en sus virtudes; y los que estudian Antroposofía, y los pedagogos, y los médicos, y los artistas no son excepción a dicho proceso de auto-maduración.
NO ES SOLO QUE “STEINER DICE…”, SINO QUE OTROS AUTORES TAMBIÉN DICEN.
Si uno toma en mano, por ejemplo, el catálogo de la Editorial Antroposófica del año 2013, descubrirá que allí se ofrecen 115 libros de Rudolf Steiner y 146 libros de otros autores. Esto echa por tierra la idea de que la Antroposofía es un cuerpo de conocimiento que no crece y permanece inalterada. Ciertamente, estos autores refuerzan las ideas de Steiner y suman sus propias observaciones a la concepción antroposófica del ser humano y del mundo.
REFERENCIAS
- Steiner, Rudolf. 1.11.11, GA 1.
- Steiner, Rudolf. Autobiografía, Cap. 22.
- Steiner, Rudolf. 23.1.123, GA25.
- Steiner, Rudolf. Filosofía de la Libertad, Cap. , GA 4.
- El autor de la presente nota, F. H., se dedicó durante más de 25 años a la enseñanza de inglés como idioma extranjero a adultos.
- R. Steiner: “Ajusta cada uno de tus actos, cada una de tus palabras, de manera que no coartes la libertad de obrar a persona alguna”. GA 10, capítulo sobre quietud interior.
2. LA ANTROPOSOFÍA Y SU RELACIÓN CON EL OCULTISMO, EL MISTICISMO Y EL MÉTODO CIENTÍFICO
Citamos un capítulo de Rudolf Steiner sobre la relación de la Antroposofía con el ocultismo y el misticismo: “El conocimiento de lo espiritual que buscamos aquí en el Goetheanum no deberá confundirse con mucho de lo que hoy en día se promueve como Ocultismo ni tampoco con las muchas cosas que se entienden bajo el nombre de Misticismo. De hecho, lo que hoy se persigue como Ocultismo va en directa contracorriente al espíritu de nuestra época histórica, al espíritu de la vida actual, la cual ha surgido por el desarrollo del pensamiento científico en nuestra historia más reciente. El conocimiento de lo espiritual que promovemos aquí se atiene estrictamente al espíritu del conocimiento científico moderno. Lo que hoy en día frecuentemente se llama Ocultismo está basado en hacer revivir tradiciones antiguas; no se rige en base a la espiritualidad del tiempo presente. Y dado que la humanidad contemporánea no puede acceder a percepciones desde las mismas capas psíquico-anímicas de aquellas tradiciones, es así que muchas veces son malentendidas y presentadas en forma diletante por diversos grupos como un cuerpo de conocimientos cuya intención es la gratificación del alma humana.
”No tenemos nada que ver ni con un Ocultismo tradicional malentendido ni con el otro tipo de Ocultismo que intenta realizar investigaciones de mundos supra-sensorios tomando prestado dos metodologías científicas básicas que son la observación sensorial y la experimentación. Puesto que con ellas se pasa por alto el hecho de que los métodos de la investigación científica que se desarrollaron durante los últimos siglos se adaptan preeminentemente para la adquisición del conocimiento acerca de la existencia sensorial exterior; y por esta misma razón no son apropiadas como medios de investigación para el ámbito de lo suprasensorial.
”Hoy se habla mucho de la inmersión mística, de la experiencia mística. A menudo no se trata de otra cosa que la inmersión en las experiencias anímicas de antiguos místicos, con la intención de repetir las experiencias del alma del pasado. Pero, nuevamente, es realizada una introspección que no es clara y que conduce a un estado de conocimiento incierto” (1).
LA RELACIÓN DE LA ANTROPOSOFÍA CON EL MÉTODO CIENTÍFICO
Aclaradas estas diferencias terminológicas, Rudolf Steiner pasa a distinguir entre medios y métodos científicos en las ciencias naturales y en la investigación de lo suprasensorial en la Antroposofía. Para quienes no estén familiarizados con el concepto de supra-sensorial (o suprasensible y sub-sensible) este incluye todos aquellos fenómenos cuyos procesos se sustraen parcialmente o no son registrables enteramente a los sentidos físicos tanto en el ámbito de las formas y fuerzas de lo inorgánico (rangos no registrables, procesos imponderables), lo orgánico (fuerzas formativas que subyacen a los procesos vitales y a la genética), lo psicológico (estados psíquicos como experiencias cualitativas –qualia–) y asimismo a las dimensiones de Sentido, Significado, Valores y Seres espirituales.
LA ANTROPOSOFÍA COMO MÉTODO CIENTÍFICO RIGUROSO
Rudolf Steiner insistió en que la Antroposofía es una ciencia –pero una ciencia que abarca también lo suprasensorial, cosa que ha exasperado a quienes consideran como “ciencia” aquello cuyo objeto de estudio se circunscribe a lo verificable para la observación sensorial en el ámbito de “la magnitud, la medición, el número y el peso”. Pero el planteo de Rudolf Steiner no enfatiza tanto el objeto de estudio sino el método de estudio, el rigor y la exactitud de la actividad. Las siguientes citas resaltan el aspecto de lo que Rudolf Steiner quiere significar con el término “rigor científico”. Aquí se refiere no a la cientificidad de los resultados y a la verificabilidad de la investigación suprasensorial, sino a la exactitud en la preparación del instrumento de investigación: el alma humana misma y sus estados de agudeza perceptiva, alerta, atención e intención. Pues lo que hoy en día aún es polémica respecto a si el campo consciencial de un observador afecta lo observado, particularmente en su dimensión cuántica o sutil (ver el trabajo sobre física cuántica a partir del trabajo de Werner Heisenberg, John Wheeler, Fritjof Capra, y otros), para Rudolf Steiner era una experiencia innegable ya antes de 1904 cuando él describe en detalle el efecto que producen los fenómenos de la consciencia del observador sobre las formas y figuras del ámbito suprasensorial que se observa (2).
“Aquí (en Dornach) se cultiva un método científico para la adquisición del conocimiento de lo suprasensorial; y se lleva a cabo con el mismo rigor y la misma precisión que se exige para el método científico que se aplica en las ciencias naturales. Pero tendremos acceso a lo suprasensorial sólo si no nos vemos circunscriptos a medios que son sólo apropiados para el ámbito de lo sensorial. Y sin embargo, no podremos avanzar a regiones suprasensibles del conocimiento sin aquel espíritu científico que tan bien nos ha servido en el dominio del mundo sensorial. […] ”Para realizar investigación en lo suprasensible será necesario activar fuerzas cognitivas del alma humana que puedan penetrar en el mundo suprasensible, así como las fuerzas de los sentidos exteriores permiten penetrar el mundo físico sensorio. Con lo cual el primer requerimiento para la investigación de lo espiritual es dirigir la atención al propio organismo anímico-espiritual. Esto es lo que distingue al investigador espiritual del investigador científico natural. Este dirige su organismo humano, tal cual es y está, hacia la naturaleza, y se aplica la exactitud para obtener resultados cognitivos respecto a los hechos de la naturaleza exterior. Pero el investigador de lo espiritual, en concordancia justamente con el espíritu de la ciencia, no puede proceder de la misma manera. Primero tiene que dirigir su atención al órgano cognitivo que utilizará, el cual es de naturaleza anímico-espiritual –y al que podemos darle el nombre de ‘el ojo del espíritu’ (u ‘ojo espiritual’)” (3). Es decir que debe anteceder a la investigación científica espiritual una preparación atenta y minuciosa de la propia interioridad para transformarla en un órgano cognitivo fiel:
“Esta preparación inicial para desarrollar el ojo espiritual […] debe ser también exacta; tan exacta como lo es un problema de las matemáticas para el matemático, o el contenido de un experimento para el experimentador. […] El punto esencial de la investigación espiritual es que el investigador trabaja sobre sí mismo, preparando su organismo anímico-espiritual para poder percibir hechos espirituales, así como el ojo o el oído físico perciben hechos del mundo sensorial. […] Allí donde llega a su límite la exactitud de la ciencia natural, sigue la ciencia espiritual con su propio requerimiento de exactitud, el cual es riguroso respecto al trabajo sobre la propia naturaleza humana. […] Pues este trabajo de precisión, justificado entonces ante la ciencia, desarrolla lo que hemos denominado “ojo o visión de lo espiritual” que entonces se encuentra con el mundo suprasensible. Mientras que lo que comúnmente se denomina Misticismo no conlleva un entendimiento claro de lo que es el alma en sí, en la investigación espiritual genuina cada mínimo paso debe darse con la misma claridad y atención interior que requiere el matemático en su campo de estudio. Esto llevará entonces a una especie de despertar-de-la-consciencia en un grado más alto, comparable a la experiencia de pasar del sueño al mundo de vigilia cuando reaparece el mundo de los sentidos rodeándonos nuevamente” (3). Por el riguroso y exacto proceso preparatorio sobre sí mismo como instrumento, el investigador espiritual avanza luego hacia la percepción de hechos espirituales: “Podemos dar a la percepción de hechos espirituales el nombre de ‘clarividencia exacta’. […] El sello distintivo del tipo de investigación espiritual que aquí se promueve es que está basada en una clarividencia metodológicamente exacta” (9). Este proceso cognitivo para con lo espiritual y su correspondiente denominación técnica “clarividencia exacta” fue un avance y un aporte nuevo de Rudolf Steiner respecto a otro proceso cognitivo anterior descrito por J. W. von Goethe (1749-1832), quien acuñó el término “fantasía sensorial exacta” para describir el método de observación y contemplación idóneos para una ciencia de lo orgánico: los movimientos de la consciencia y las actitudes cognitivas del investigador necesarios para captar la actuación de las fuerzas formativas vivas invisibles que subyacen a las formas en transición visibles en la materia (metamorfosis) (4). Steiner transitó él mismo el camino de auto-educación riguroso que precede a la investigación espiritual propiamente dicha. En términos amplios y generales las siguientes capacidades propician, sin orden correlativo, los pasos preliminares a una ciencia de lo espiritual:
1. El desarrollo del intelecto y el rigor científico como base y cimiento firme sobre el cual desarrollar formas de cognición que sucesivamente amplían el círculo de observaciones y experiencias fenomenológicas;
2. La fantasía sensorial exacta como medio y metodología para abordar fenómenos “sensibles-suprasensibles”: estudiar y realizar experiencias con la ciencia goetheanística; también son recomendables ciertos ejercicios del libro ¿Cómo se alcanza el conocimiento de mundos superiores? (5);
3. El desarrollo y la ejercitación del pensar des-sensorial o pensar puro, que junto con la práctica meditativa son capacidades que median entre el pensar abstracto y la clarividencia exacta (6);
4. El compromiso de una ejercitación ética-moral con doble finalidad: (a) ética: para que el saber no quede desvinculado del amor y por ende del ser humano como ser social; (b) metodológica: el cuidado necesario del alma humana que, siendo el instrumento de cognición del observador-investigador, afecta la expresión del objeto de investigación por la cualidad y la calidad de sus propios pensamientos y sentimientos.
LA AUSENCIA DE VERDADES ABSOLUTAS EN LAS FORMAS
Para cerrar, las siguientes citas de Rudolf Steiner postulan la naturaleza cambiante de la realidad y por ende de las formulaciones de las verdades, incluyendo la formulación de la Antroposofía que también deviene en el tiempo:
“La realidad es que no hay absolutos. Te esfuerzas hacia algo que es bueno, y la vida misma del universo lo terminará transformando en algo que es malo. Es por eso que continuamente debemos encontrar nuevas formas, buscar nuevas maneras una y otra vez. El impulso del péndulo rige en todos los esfuerzos humanos. No hay nada más dañino que creer en ideales absolutos, porque están en divergencia con el verdadero curso del mundo” (7).
Asimismo, Rudolf Steiner habló del renacimiento de la Antroposofía en forma nueva en distintas oportunidades. Se transcriben tres citas:
“En lugar de la ciencia espiritual actual, vendrá más tarde otra. […] Continuamente penetran en la evolución nuevos impulsos y lo que la ciencia espiritual tiene para dar solo tiene valor para una época determinada; pero al estudiarla hoy nos preparamos para recibirla en las nuevas formas que revestirá en el futuro” (8).
“Es estrechez de miras pretender que dentro de tres mil años se hable de las verdades antroposóficas en la misma forma que hoy. Nuestros descendientes expresarán todas estas cosas en forma distinta (incluyendo la forma de revestir los conocimientos y la manera de educar el alma)” (9).
Y luego, en 1915, anuncia el desafío futuro para aquella capacidad que él sembró en la humanidad de nuestro tiempo –la posibilidad de una ciencia de lo espiritual para todo aquel que la desea realizar– dejando bien en claro que lo importante no es la cantidad de miembros de un movimiento espiritual, sino la fuerza del mundo espiritual que vive en él:
“Así como hoy están los científicos espirituales respecto a los materialistas, habrá en el futuro un pequeño grupo de personas que avanzarán más allá de la ciencia espiritual a algo futuro, que será tan nuevo en relación a la ciencia espiritual como hoy ella es nueva para la ciencia materialista exterior. Esta le exigirá aún mucho más a la humanidad que la ciencia espiritual hoy” (10).
REFERENCIAS
1. Steiner, Rudolf. 6.11.1922, GA 215.
2. Steiner, Rudolf. ¿Cómo se alcanza el conocimiento de mundos superiores? GA 10, Cap. 6.
3. Steiner, Rudolf. 6.11.1922, GA 215.
4. Para un estudio de la ciencia goetheanística desde la visión de R. Steiner referirse a la siguiente bibliografía: Steiner, Rudolf. La Ciencia de Goethe. GA 1; Los Principios de la Gnoseología para el concepto goetheano del mundo. GA 2; Goethe y su Visión del Mundo. GA 6; El Curso de mi vida. GA 2; Arte y Ciencia del Arte. Goethe como inspirador de una nueva estética. GA 21; Julius, Fritz H. Metamorfosis.
5. Steiner, Rudolf. GA 10.
6. Steiner, Rudolf. La Ciencia Oculta, Cap. 4, p. 112 y Cap. 5, p. 304, 2.ª Edición, Editorial Rudolf Steiner, Madrid.
7. Steiner, Rudolf. 6.10.1917, GA 177.
8. Steiner, Rudolf. GA 349, 19.11.1912.
9. Steiner, Rudolf. GA 120, 28.5.1910.
10. Steiner, Rudolf. 3.6.1915, GA 162.
Sobre el autor
Federico Halbrich es educador y consultor psicológico. Tiene formación en Pedagogía Waldorf, Psicología Humanista, Counselling y Administración de organizaciones sin fines de lucro. Actualmente activo en la coordinación de la Escuela de Formación en Pedagogía Waldorf; Grupo Ejercitar (iniciativa para la práctica del camino interior en la Antroposofía); Ciclo Labrando (talleres filosófico-vivenciales); Círculo de Miembros Activos de la Sociedad Antroposófica; consultoría psicológica privada y grupal; músico. Correo electrónico: fhalbrich@gmail.com.
*Imagen de portada: Remeros de Bahía. Pintura de Maia Chisleanshi.
Las opiniones expresadas son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan necesariamente el punto de vista de Revista Numinous.