POR: SERGIO E. PEREIRA VITALE
Las terapias artísticas constituyen un pilar fundamental en el tratamiento de todo tipo de afección, sea esta anímica, física y/ o emocional, dado a la par de un medicamento antroposófico, homeopático, cualquiera sea éste. Es la aplicación de un arte sanador, en el sentido curativo.
La medicina antroposófica es aquella que se deriva de aplicar las enseñanzas dejadas a principios del siglo pasado (siglo XX) por el austrohúngaro Rudolf Steiner, gran investigador, maestro y conferenciante de las ciencias naturales y espirituales.
Dado que la vida es un sinónimo de cambio constante, y en ese cambio se desenvuelven los episodios que protagonizamos a diario, es a partir de nuestras reacciones, pensamientos, sentimientos como van modificándose las condiciones de equilibrio de nuestra fuerza vital, esa que anima nuestro cuerpo físico, y a la vez vela por un estado de mejor salud.
Diversos hechos o circunstancias pueden impulsarnos a perder el equilibrio vital, y lo que en principio “no se ve” porque no pasa, por ejemplo, de un simple dolor de cabeza, estado nauseoso quizás o contractura muscular puede, si se instala de modo firme, llevar a situaciones cada vez más acentuadas hasta dar uno o varios síntomas y constituirse en enfermedad.
Esta enfermedad, que en esencia es un modo natural que tenemos de reaccionar frente a un elemento nocivo en particular, puede ser de instalación brusca (ej: una indigestión) o crónica (ej: artrosis), si se mantiene en el tiempo.
“La medicina antroposófica es aquella que se deriva de aplicar las enseñanzas dejadas a principios del siglo pasado (siglo XX) por el austro-húngaro Rudolf Steiner, gran investigador, maestro y conferenciante de las ciencias naturales y espirituales.”
En todos estos casos, aún en aquellos en los que vivamos en “aparente” normalidad, las terapias artísticas aportan su cuota invalorable de alivio, ya que ayudan de un modo tangible, a la par de los medicamentos recetados, a restablecer el equilibrio perdido. Existen fuerzas ocultas (no percibibles a simple vista, o cuantificables por aparato alguno) que se ponen en marcha tanto para desequilibrar como para restablecer la armonía del organismo humano. Teniendo muy en cuenta estas fuerzas, y ayudando de un modo plenamente natural, se aplican las terapias artísticas, incluyendo los ámbitos de la pintura, la escultura, la música, el habla, los masajes rítmicos y la euritmia, siendo esta última una forma muy particular de arte ejecutado con el movimiento. Rudolf Steiner ha dicho que lo específicamente humano del ser humano es su capacidad creadora, y en tal sentido todo lo que crea, si lo hace de un modo conscientemente ético, lo lleva naturalmente a mejorar su condición. Investigado de un modo profundo, el ser humano posee, además de su cuerpo físico, otros cuerpos considerados sutiles, siendo éstos los que más prontamente se benefi- cian en la ejecución de un acto artístico. El filósofo alemán Schiller ha manifestado que el arte se apoya en un centro que respira libremente dentro del hombre, y que en el interjuego entre la razón o impulso formal y su naturaleza sensitiva o impulso material puede armonizar ambos mundos, siendo este hecho suficiente como para sanar toda aspereza entre ambos.
“Rudolf Steiner ha dicho que lo específicamente humano del ser humano es su capacidad creadora, y en tal sentido todo lo que crea, si lo hace de un modo conscientemente ético, lo lleva naturalmente a mejorar su condición.”
Cada arte esconde en sí mismo una esencia curativa. Es a partir del aprovechamiento de dicha esencia como es aplicado en cada caso. Por ejemplo, yendo al terreno de las artes pictóricas, en casos en los que una persona note débil presencia de ánimo, no pueda imponerse frente a un mundo que le es hostil, ni siquiera ante sí mismo, puede aplicarse el dibujo de formas (de un específico tipo de formas) sobre un papel blanco, empleando un grafito (lápiz negro) de grosor variable. Puede jugarse una batalla entre luces y sombras. El hacer trazos firmes sobre papel ayuda sobremanera a re equilibrar la personalidad venida a menos y a sobreponerse anímica y físicamente.
Cuando quiera trabajarse sobre aspectos anímicos – angustia, odio, enemistad, cólera reprimida, miedo (sea éste un simple susto o pánico) – en este caso se puede hacer una pintura empleando ciertos colores en forma de círculo (según la descripción de Goethe), usando los colores primarios y sus combinaciones.
“Cada arte esconde en sí mismo una esencia curativa. Es a partir del aprovechamiento de dicha esencia como es aplicado en cada caso.”
El modelado plástico emplea materiales muy diversos: desde arcilla hasta madera, o inclusive piedra. El ejercicio de plasmar formas acrecienta las fuerzas del yo en relación con sus envolturas y con el cuerpo físico mismo.
Como seres humanos, tenemos un tono, una vibración particular. La palabra “persona” viene del latín per-sonare, que significaría “sonar a través de”. Algunas filosofías de origen oriental se han encargado de relacionar, por ejemplo, la armonía de los centros de energía del cuerpo o chakras con diapasones, cuencos metálicos o de cuarzo. En nuestro caso la terapia artística musical emplea armonías que llevan, a partir del conjunto de tonos, semitonos, ritmo y cadencia, hacia el equilibrio. Es muy interesante lo que puede lograrse, por ejemplo, haciendo la experiencia de oír frecuentemente música clásica, y si es presenciando un concierto tanto mejor. La música eleva el alma y armoniza el espíritu, llevando al cuerpo a vitalizarse tangiblemente. Alguien por ejemplo se levanta de muy mal humor una mañana y se pone a escuchar música. Es notable cómo el ánimo puede cambiarse, y no solo lo anímico, sino además las fuerzas del yo (consideradas desde esta medicina de diversa manera, por ejemplo a partir de la distribución del calor). El entusiasmo lleva al yo a interesarse más por el ser sufriente que le da apoyo, y ese simple hecho ya es el comienzo del proceso que se busca.
“Como seres humanos tenemos un tono, una vibración particular. La palabra “persona” viene del latín per-sonare, que significaría “sonar a través de”.”
Existen ejercicios que pueden hacerse ante determinadas notas de un piano que llevan a la persona a convertirse en un auténtico instrumento tonal a la par del musical, como imitando un cierto fluir vibratorio. Estos ejercicios modifican a la persona, y son usados, por ejemplo, por la euritmia curativa (una de las terapias artísticas más frecuentemente empleadas por el terapeuta artístico). Se pueden emplear instrumentos de los más diversos: de cuerda, de viento, de percusión, según el aspecto que se busque afianzar.
“Se pueden emplear instrumentos de los más diversos: de cuerda, de viento, de percusión, según el aspecto que se busque afianzar…”
Por ejemplo los instrumentos de cuerda mejoran el sistema rítmico de la persona tratada. Vivir en el sonido, hacer un determinado movimiento, repetirlo una y otra vez según lo que quiera lograrse, vivifica, amplifica, ar- moniza.
Considerando las terapias lingüísticas, debemos partir de la base de que el hombre ha sido creado a partir de un sonido primordial, un sonido devenido verbo, fuerza con forma de palabra o “logos”. Empleando sonidos, letras vocales, se llega hasta el ánimo; usando consonantes se alcanza algo más elevado que el ánimo. Este trabajo se realiza mediante ejercitaciones sustentadas en lo que se llama “formación del habla”. Se emplean modulación, gesto, articulación, fonemas, palabras. Ésta es una terapia artística que se practica de un modo muy particular. Por ejemplo, hay determinados ejercicios que pueden ser indicados en casos de problemas de crecimiento, de desarrollo de un niño, de atención o de su relación con el entorno inmediato.
De este modo, la música atrae al yo hacia el ser, la pintura amplifica las fuerzas vitales, las plásticas (escultura) lo llevan a moverse en un sentido más vivo en relación a su cuerpo físico.
A modo de ejemplo podemos decir que el empleo de la letra “A” aplaca lo animal del ser humano; la “E” mejora su vitalidad (que llamamos cuerpo etérico); la “I” lo vincula como persona hacia el mundo estableciendo una especie de puente entre cielo y tierra; la “O” agranda su alma; y la “U” lo llama en esencia hacia su propio ser. La letra “T” lleva a afirmarse en la tierra; la “L” a alisar el campo áurico; la “R” vuelca hacia adelante lo que nos ata y fija, y lo hace de un modo vibrante. Las series de letras “I A O” llevan a una apertura, a un encarnar más consciente en la vida. La serie “L M” armoniza la respiración, y así existen infinidad de casos más.
Por medio de estos ejercicios pueden mejorarse el tartamudeo, afecciones psicosomáticas, ansiedad, temores y afecciones físicas. Todos estos son ejemplos y no deben ser considerados de un modo aislado, sino a partir de una apropiada ejecución como ejercicio eurítmico coordinado por el euritmista curativo, bajo indicación médica antroposófica.
El masaje rítmico fue empleado por primera vez por la Dra. Ita Wegman, fundadora del instituto clínico terapéutico de Arlesheim, Suiza. Basándose en técnicas de origen sueco, pudo estudiar en profundidad la sana relación existente entre el metabolismo, el ritmo, y lo neurosensorio del ser humano. En ese fluir muchas veces existen nudos, puntos críticos, que dificultan las funciones orgánicas de las más diversas maneras: desde una alteración en la frecuencia o profundidad de la respiración hasta una dificultad circulatoria, digestiva o endócrina. Estos masajes fortalecen el cuerpo, pero lo hacen llegando hasta el alma, y armonizan lo que está muy ligado, soltándolo; y a la vez reafirman lo que necesita fijarse. Se controlan los movimientos, su profundidad, su discurrir, modifican- do de un modo positivo la distribución del calor y el color como expresión visible del estado circulatorio.
Los conceptos vertidos en el presente artículo han sido citados a modo orientativo. En ningún caso pretenden suplantar el tra- tamiento médico sugerido por el profesional interviniente. Muy a menudo surgen y acompañan la terapéutica consecuente con una consulta de orientación antroposófica.
Sobre el autor
Dr Sergio Pereira Vitale.Graduado de médico en 1987 (UBA). Lleva en la actualidad más de 30 años ejerciendo la ciencia y el arte de la medicina. Médico cardiólogo. Experiencia en medicina asistencial hospitalaria y también en unidad coronaria y terapia intensiva durante 12 años. Se acercó a la meditación, a la homeopatía y a la medicina de orientación antroposófica desde el año 2000. Disertante sobre temas espirituales y antroposóficos en la Fundación San Rafael. Actualmente coordina varios grupos de apertura espiritual, entre ellos el grupo “Antroposofía para todos” en Facebook.
Las opiniones expresadas son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan necesariamente el punto de vista de Revista Numinous.