POR: FRANCO SOLANO
Mozart compuso la ópera la flauta mágica ya en la madurez de su carrera artística y sobre el final de su vida en el año 1791. Inspirada en los rituales de iniciación masónicos de los que él mismo fue parte como miembro de una logia en Viena, fue escrita en conjunto con el actor y director teatral Emanuel Schikaneder. La ópera relata la travesía de un joven príncipe en busca de una princesa de la cual se enamora. Como en los cuentos de hadas, la imagen del príncipe representa al yo y la princesa al alma; la historia relata su búsqueda y unión.
La narración nos sitúa en algún lugar del antiguo Egipto. En ella tenemos dos mundos, uno es el de la Reina de la noche, y el otro el Templo del Sol de Sarastro. Podemos ver la polaridad luz y oscuridad, tan arraigada en las culturas antiguas. Al comienzo de la obra, Tamino se encuentra en las tierras de la Reina de la noche, quien le presenta un retrato de Pamina, contándole que había sido raptada por Sarastro. A pesar de advertirle de la maldad de Sarastro, el príncipe ve el retrato y se enamora, prometiendo rescatarla. Mientras tanto, Pamina se encuentra en el Templo del Sol, y la Reina de la Noche le entrega un puñal para matar a Sarastro y quitarle el ciclo solar. Es entonces cuando se descubre el verdadero propósito de la Reina, pero la princesa se arrepiente y no lo hace. En el periplo, Tamino conoce a Papageno, el cazador de pájaros que ha sido enviado por la Reina para acompañarlo al Templo. Allí será donde Tamino y Pamina se encuentren para atravesar las pruebas que les esperan. Sin embargo, descubrimos, a medida que avanza la obra, que Papageno sirve en verdad a la Reina de la noche. Paralelamente, el malvado Monastos es nombrado encargado en el templo de Sarastro. Esto nos sugiere que de todo lo malo podemos sacar algo bueno y en todo lo bueno podemos encontrar algo para mejorar.
Podemos decir, por otro lado, que Tamino representará al yo superior en busca de los nobles ideales, y Papageno, en cambio, encarnará al hombre común que se conforma en el camino con una buena comida y bebida para satisfacer su estómago. De este modo, podemos identificar a los personajes principales de la historia con los cuatro cuerpos constitutivos del hombre: Tamino, el príncipe que lleva la flauta mágica (el yo); Pamina, la princesa (el cuerpo astral); Papagena, la mujer de Papageno (el cuerpo etérico); Papageno, el cazador de pájaros (el cuerpo físico). Estos cuatro personajes recorren el camino iniciativo de la obra y llegan al final de la aventura, debiendo atravesar primero diferentes pruebas. Tamino, por ejemplo, utiliza la flauta mágica para amansar a las fieras que custodian el Templo del Sol. Esto se relaciona con el mito griego de Orfeo, su lira y las cualidades de la música. Las dos pruebas finales serán el paso a través de una catarata de agua y el trasponer una montaña que escupe fuego, simbolizando ambas experiencias el paso de todo aspirante, hombre o mujer, a través del lavado/bautismo y la purificación/transformación, haciéndose mención de los cuatro elementos: agua, aire, fuego tierra.
La obra nos recuerda de este modo las pruebas y desafíos por las que todo ser humano debe pasar en la vida en su camino de búsqueda interior. Para terminar leemos las palabras de enseñanza de Sarastro que como iniciado que porta el ciclo solar dice: “En estas naves sagradas no se conoce la venganza; y si un hombre ha caído, el amor lo conduce al deber. Entonces camina alegre y contento, junto al amigo, hacia un país mejor. En estos muros sagrados, donde el hombre ama al hombre, no puede acechar ningún traidor, porque al enemigo se le perdona. Quien no ama estas doctrinas no merece ser un hombre.”
Sobre el autor
Franco Solano es egresado del Departamento de Artes Musicales y Sonoras “Carlos López Buchardo” de la UNA. Estudió en el Seminario Pedagógico Waldorf de Florida, Buenos Aires. Sus obras se han presentado en diferentes escenarios del país, que incluyen: el Teatro Nacional Cervantes, el Teatro de La Fábula, la Universidad Nacional de Lanús, la Legislatura Porteña, la Casa del Bicentenario, el Museo Fernández Blanco, el CCK, la Facultad de Derecho y la sala García Morillo del Damus. Se desempeñó como ayudante de las clases de composición de Roque de Pedro en el Damus – UNA. Es integrante de Espacio Geam como compositor y participa en la Agrupación Compositores del S. XXI.
Las opiniones expresadas son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan necesariamente el punto de vista de Revista Numinous.