POR: INES ITURRALDE
Imagen de portada: Óleo sobre papel por Carolina Favale*
¿Reconocemos la duda como una fuerza que vive en nuestra alma?
Es una resistencia que aparece en nuestro pensamiento y que retrasa una decisión entre dos o más pensamientos.
¿Queremos transformar este aspecto de nuestra personalidad?
¿Qué es la duda?
La duda es la vacilación o indecisión que se tiene entre dos o más juicios o decisiones. La palabra, deriva del verbo dudar, procedente del latín dubitāre: vacilar entre dos cosas.
En el planteamiento filosófico: “cogito ergo sum”, “pienso, luego existo”, Descartes llega a la conclusión de que el pensar es una prueba de la preexistencia del ser, no se puede pensar sin antes existir. Él establece la duda metódica como herramienta, la cual nos permite dudar de todo cuanto existe. Así establece que se puede dudar de todo menos del yo que duda, es decir de su ego. Éste existe indudablemente y tiene una base concreta en lo real.”
“se puede dudar de todo menos del yo que duda”
R. Steiner nos dice en el Bhagavad Gita(1) (era proto-hindú), que la gente en esa época no decía “yo pienso, yo siento, yo quiero”, esto es algo que se generó en la 5ta epoca post- atlante. El camino de la autoconciencia fue preparado por Krishna en la última época del Bhagavad Gita: Arjuna presenciando una lucha fratricida en el campo de batalla, es ante el horror de esa contemplación que surge el diálogo con Krishna.
La autoconciencia es la conciencia del “Yo soy”, es una experiencia interna que también es individual.
En los tiempos antiguos, la gente no decía “yo pienso”. Tuvieron otra experiencia sobre ellos mismos. Se encontraban a sí mismos cuando eran reconocidos como pertenecientes a un determinado grupo, cultura, etc.
Después del misterio del Gólgota, Cristo, ser solar, nos trajo algo que vino del cosmos. Es el representante del “Yo” de toda la humanidad.
La conciencia Crística, es la unión del yo individual, con el “Yo” de toda la humanidad. Cuando como humanidad hayamos conquistado esta conciencia, no podremos sentir felicidad si nuestro prójimo sufre.
Por otro lado Rudolf Steiner exponía que nuestro Yo, es la única intuición verdadera que poseemos. Nadie nos tiene que explicar a nivel cognitivo que “Yo soy”. Tampoco nadie puede decir “yo” por mí.
Volviendo al tema de la duda, ésta tiene un aspecto positivo y otro negativo.
En relación al aspecto positivo, muchas veces uno duda porque no tiene toda la información para llegar a una imagen más clara y completa. Le faltan variables, y quizás se necesite más tiempo para que algo madure internamente para llegar a un conocimiento más acabado de la situación. En ese sentido la duda es un buen aspecto de nuestro pensar.
En este artículo nos ocuparemos del hábito negativo de la duda que vive en el pensar, no dejándonos decidir por un pensamiento o por el otro.
¿Dónde se presenta la duda en el alma?
¿Qué efecto provoca en la propia vida?
¿Dónde se presenta la duda en el alma?
Lema
Enigma tras enigma surge en el espacio. Enigma tras enigma fluye en el tiempo.
La solución la trae sólo el espíritu que se realiza, Más allá de las lindes del espacio,
Más allá del correr del tiempo.
R. Steiner
Este lema nos recuerda nuestro origen espiritual y eterno, que es nuestro “Yo soy” (tambien nombrado en los textos como yo espiritual o yo superior). La realidad del “Yo soy” no pertenece a este mundo, pero el Yo, sí necesita de nuestro cuerpo y alma para realizar las tareas que vino a desarrollar, junto con las leyes pertenecientes a la Tierra (espacio y tiempo) y la ley del karma que vive en su alma. El propio karma nos permite liberarnos de “algo” perteneciente al pasado. De esta manera nos volvemos más libres y disponibles para ocuparnos de los “fines divinos” del mundo.
La duda como un hábito nocivo, forma parte de nuestras sombras. La duda vive en la capacidad anímica del pensar.
Cuando el Yo trabaja en nuestro pensar, es capaz de establecer prioridades y jerarquizar los pensamientos, sabiendo que hay pensamientos esenciales y otros que son secundarios, por ejemplo, en relación a un ideal o meta que nos hayamos propuesto alcanzar.
En la actual época, la humanidad ha cruzado el umbral espiritual. Esto nos dice que las fuerzas anímicas (pensar, sentir y voluntad) que antes estaban unidas por el Yo, ahora comienzan a separarse produciendo una serie de patologías.
Se puede observar uno de estos fenómenos en las fuerzas de la distracción que hoy actúan en el alma humana. Estas fuerzas parten y dividen la atención.
Dónde nuestra atención está, allí está nuestro Yo. Con las fuerzas de la atención creamos realidad.
“Dónde nuestra atención está, allí está nuestro Yo“
Cuando nuestra atención está dividida, también lo están nuestras fuerzas vitales. De esta manera nos vamos enfermando y otras fuerzas que no son las del Yo, toman su lugar.
¿Qué fuerzas viven en nuestro pensar?
En nuestro pensar tenemos luz y oscuridad, verdad y error.
En la mucha luz no podemos ver, en la mucha oscuridad tampoco.
Para que el conocimiento no se vuelva tóxico, debemos poder llevarlo a la realidad. La idea (luz) necesita de la forma (oscuridad) para poder ser llevada a la tierra y estar conectada con la realidad.
Goethe nos decía que los colores estaban en el medio de una batalla entre la luz y la oscuridad. Los colores nos permiten ver en forma atenuada la luz bajo un fondo de oscuridad. La luz y la oscuridad nos permiten ver contrastes. Para ir por el camino del medio necesitamos de la luz y de la oscuridad.
Por ejemplo, hay una condición del clima peligrosa en la montaña para los esquiadores llamada “luz plana”, uno queda cegado por la luz y pierde la percepción de la profundidad y de los contrastes.
Lo mismo ocurre cuando hay una oscuridad total, no podemos ver.
¿Cómo manejamos esta situación en ambos casos? Llevando nuestros ojos a nuestros pies, sintiendo el espacio y experimentando el tiempo, tenemos que ir más lento. Vamos del sentido de la vista más relacionado con el pensar, al sentido del tacto más relacionado con el sentir. Pasamos de la cabeza al cuerpo. Las polaridades viven en el alma, también las fuerzas de la simpatía y la antipatía.
En el alma tenemos una gran actividad. Sólo somos conscientes de una pequeña parte de la vida del alma. La conciencia es como una antorcha que ilumina “determinadas áreas” del alma. Lo que yo pienso con el yo de la consciencia ordinaria es solo la superficie de lo que ocurre en el alma. La verdadera actividad de nuestro Yo actúa en las profundidades del alma.
¿Qué relación tiene esto con la duda?
Cuando tenemos una duda, hay dos pensamientos que tienen el mismo peso, y no terminamos de decidirnos por el uno o por el otro.
En la duda nos encontramos con una resistencia emocional. Aparece miedo al error. Rudolf Steiner nos dice que es por medio del error que uno entra al mundo espiritual. Por medio del error, uno aprende(2).
En la vida ordinaria, cuando ponemos en práctica el conocimiento, muchas veces cometemos “errores” que luego tenemos la oportunidad de “corregir”, y de esta manera “aprendemos”, lo que significa que este conocimiento se volvió “espiritual”, se convirtió en una “capacidad espiritual”.
Es de esta manera que el Yo se muestra, se lo conoce en la acción.
“es por medio del error que uno entra al mundo espiritual”
En la duda está faltando la presencia del Yo que está siendo tomado por fuerzas emocionales, perdiendo de esta manera la capacidad de decidir.
¿Qué instancia en nosotros es capaz de “darse cuenta” de lo que opera detrás de la duda? Esa instancia es nuestro “Yo soy” (Yo superior, yo espiritual), esta es la parte eterna en nosotros, que nunca nació y nunca murió.
El Yo superior, no es el yo de la conciencia ordinaria. El yo de la conciencia ordinaria es sólo una imagen del Yo superior.
El yo de la conciencia ordinaria entra en la inconciencia cuando vamos a dormir. ¿Quién es el que se da cuenta de si tuve un sueño bueno o malo? Es la instancia que nunca duerme, nuestro Yo superior.
Una de las maneras de conectarnos con nuestro Yo superior es por medio de la meditación. Pero hay otras maneras de poder encontrarlo.
El Yo superior tiene que poder ser experimentado para darnos cuenta que es diferente a la personalidad.
Yo tengo una personalidad qué vive en el alma, junto con las capacidades anímicas (pensar, sentir, voluntad) y además un cuerpo. Éstos son transitorios. Pero yo no soy ni la personalidad, ni el cuerpo. Yo sí tengo una personalidad, una mente, y un cuerpo. Aquí establecemos una diferencia entre el Ser, y el Tener (relación con los objetos).
El “Yo soy” es mi parte eterna que es el “Yo espiritual”.
Por lo tanto, yo soy “sólo un espíritu”, que cuenta en esta vida con una personalidad que vive en el alma y además un cuerpo que corresponde a esa personalidad.
Muchos conflictos surgen por no tener clara esta diferencia. Esto se puede observar en las incomprensiones entre las personas, las guerras etc. Nos identificamos mucho con la personalidad, y así nos olvidamos de nuestro origen espiritual, el Yo soy.
Creemos que somos la personalidad. No nos damos cuenta que tenemos una personalidad, que es un vehículo y a la vez una herramienta que necesitamos para realizar las tareas que vinimos a cumplir aquí en la tierra, pero nuestra verdadera esencia espiritual, es nuestro Yo soy.
El representante del Yo soy de toda la humanidad es Cristo. Cuando estamos en contacto con nuestro “Yo soy”, estamos en contacto con nuestra esencia, por lo tanto, con Cristo.
En la duda, el elemento faltante es el Yo. El Yo es el que se decide por uno u otro pensamiento. La duda es parte de nuestras sombras que vive en el pensar anímico.
Debajo de la duda encontramos un miedo muy profundo al “conocimiento del mundo espiritual”.
Cuando nos quedamos entretenidos con la duda, nos quedamos sin fuerzas disponibles para la acción. Es por medio de la acción que uno puede conocer a su Yo. Y es por medio del error que uno puede corregirlo y tener la posibilidad de evolucionar y ayudar de esta manera a la humanidad y al mundo. Es necesaria la acción del Yo para poder verse y conocerse a sí mismo.
Recordemos nuestra verdadera naturaleza. Permitamos a nuestro “Yo soy” que vive en nuestro corazón, actuar.
La duda, como hábito nocivo que vive en nuestro pensar, ocurre cuando perdemos la conexión con nuestra esencia.
Concluyo este artículo con la primera estrofa de la Piedra fundamental de Rudolf Steiner.
“Alma humana, tú vives en los miembros que por el mundo del espacio al ser del mar espiritual te llevan, ejercita el recordar espiritual en lo profundo del alma, donde en el obrar del ser creador de los mundos, nace el propio yo, en el yo de Dios, y vivirás verdaderamente en la entidad cósmica del serhumano. Pues obra el Espíritu Padre de las alturas, generando ser en la profundidad de los mundos. Serafines, Querubines, Tronos,
Haced resonar en las alturas lo que encuentran las profundidades. Esto dice Ex Deo Nascimur.
Oyen en esto los espíritus elementales en el este, oeste, norte, sur.
¡Quieran los seres humanos oírlo!
Rudolf Steiner
REFERENCIAS
(1) Steiner, R. (2007) El Bhagavad Gita. Editorial Antroposófica.
(2) Steiner, R. (2019) El karma de la falsedad. Conferencia 19. Editorial Pau de Damasc.
SOBRE LA AUTORA
Ines Iturralde es psicóloga clínica. Especializada en adolescentes, adultos y personas de la tercera edad. Tiene un Postgrado en EMDR (eye movement, desensitization, reprocessing), es Psicoterapeuta Antroposofica (Titulo internacional otorgado por Dornach. Formación con los Dekkers). Presidente fundadora de la asociación Argentina de Psicólogos antroposóficos en el 2012 (AAPsiA). Docente y Conferenciante.
Contacto: inesitu@gmail.com
*Imágenes de la artista: Óleo sobre papel por Carolina Favale. Contacto IG de la artista: cuore_carofavale