Una mirada a los fundamentos de la pedagogía Waldorf
POR: MARTÍN SEBASTIÁN GODINO
Martín Sebastián Godino cursó estudios en Filosofía, Comunicación Social, Arte Dramático, Cine y Fotografía. Es profesor de nivel primario por el Instituto de Formación Superior Perito Moreno. Se ha desempeñado como docente en escuelas con orientación Waldorf en el nivel inicial, primario y secundario. Ha publicado los escritos: Camilo Diosmío (2017), Cuaderno Azul (2011) y Werther escapa (2009). Fue premiado en diversos certámenes literarios en las categorías cuento, poesía y ensayo. Actualmente coordina talleres y seminarios de escritura y filosofía y es parte del equipo editorial de la Revista Numinous. Correo electrónico: godyland@hotmail.com.
El texto que aquí se presenta es un fragmento de un proyecto de investigación realizado dentro del marco del Instituto Superior de Formación Docente Perito Moreno, intitulado El propósito de la educación. El proyecto se propuso abarcar no solo la perspectiva antroposófica sino también los aportes de diversos pensadores, buscando una síntesis que dé lugar a una acción educativa apropiada para el mundo actual. Se presenta en esta publicación de Numinous el extracto que refiere específicamente a la cuestión de la misión de la educación desde la mirada de Rudolf Steiner.
En principio, debemos saber que la pedagogía Waldorf tiene su fundamento en la Antroposofía, siendo esta última una disciplina creada por Rudolf Steiner y definida por él mismo como ciencia espiritual. Steiner sentó las bases para el conocimiento suprasensible en su libro Cómo se alcanza el conocimiento de los mundos superiores. Por otro lado, los fundamentos filosóficos de la ciencia espiritual se encuentran en La Filosofía de la Libertad. También puede consultarse La Teoría del conocimiento desde la visión goetheana del mundo o Los enigmas de la Filosofía (en especial el capítulo titulado “Hacia una Antroposofía”).
Fueron los obreros de la fábrica alemana de cigarrillos Waldorf-Astoria quienes, disconformes con el sistema educativo de la Alemania de principios del siglo xx, en período de entre guerras, convocaron en 1919 a Steiner a fin de crear una pedagogía acorde con su actualidad. Es entonces a partir de su investigación que Steiner construye esta pedagogía.
Rudolf Steiner ofreció cuantiosas conferencias y legó una gran cantidad de escritos. Los textos que refieren propiamente sobre educación y que podríamos indicar como fundamentales, son los desgrabados de los cursos que ofreció en 1919 a los maestros voluntarios de su renovador proyecto. Estos textos son El estudio del hombre como base de la pedagogía, Metodología y didáctica y Coloquios pedagógicos. También podemos nombrar La educación y la vida espiritual de nuestra época y las conferencias incluidas en La educación como problema social, Síntomas de la historia moderna, El primer septenio, El segundo septenio y Curso de Pedagogía para jóvenes.
Adentrémonos entonces en la perspectiva Waldorf. ¿Cuál es el propósito de la educación según Rudolf Steiner? En la primera conferencia de El estudio del hombre se menciona: “La misión de la educación, espiritualmente concebida, consiste en concordar el espíritu-anímico con el cuerpo biológico”. (1)
¿Pero qué significa esto? En principio, el ser humano se hallaría conformado por cuatro miembros constitutivos: el cuerpo físico, el cuerpo etéreo (o vital), el cuerpo astral (lo propio del alma) y el yo (el espíritu propiamente dicho). El propósito de la educación es armonizar el espíritu y el alma del hombre con su cuerpo físico-vital. Significa que el objetivo de la educación es facilitar el proceso de encarnación del ser humano. Significa posibilitar en una individualidad el apropiado desarrollo físico, biológico, anímico y espiritual en este mundo. Steiner divide el desarrollo humano en septenios. Según sus estudios, el ser humano desenvuelve diversas facultades en períodos de siete años; facultades que, de no ser desarrolladas en su período correspondiente, costará enormemente adquirirlas. De este modo, plantea un programa educativo a través de los tres primeros septenios de la vida: desde el nacimiento hasta los años; desde los hasta los 14 años; y desde los 14 hasta los 21 años, edad de gran trascendencia para el hombre, dado que su yo o espíritu se hace presente cabalmente en la Tierra.
La cosmogonía de Steiner, de enorme correspondencia teosófica (2), postula que la humanidad se ha venido desarrollando a través de épocas culturales y que este desarrollo comprende transformaciones profundas en el ser humano, transformaciones en su modo de pensar, sentir y hacer. Es a partir del hundimiento de la Atlántida que comienzan las épocas denominadas postatlantes:
- Época de la Antigua India (22-500 AC).
- Época persa (500-290 AC).
- Época egipcio-caldea (290-4 AC).
- Época grecolatina (4 AC-1413 DC).
Nos encontramos hoy viviendo la quinta época post-atlante, llamada también la época del Alma Consciente, con su misión particular para el ser humano. En cada época una potencia humana busca su desarrollo, su expresión. Para nuestra época, que se ubicaría entre el año 1413 y el año 353, nos corresponde desarrollar el alma consciente (Síntomas de la Historia Moderna, p. 51). Esta situación presente del alma humana es la que guiará el sendero de la propuesta educativa de Steiner. Recién nos hallamos en la infancia de esta época, o acaso en su adolescencia ya. Veamos de qué se trata desarrollar el alma consciente.
En Síntomas de la Historia Moderna, Steiner plantea la triple tarea de esta época. Afirma que cada una de estas tareas se encuentra en el slogan de la Revolución Francesa y que son ellas el alma de la época: Libertad, Igualdad y Fraternidad. Sin embargo, advierte que aún no se ha comprendido en qué sentido estamos llamados a servir a estos ideales, o en qué sentido están estos llamados a servirnos. La tarea de esta época consiste en conseguir la fraternidad en el nivel físico, libertad en el plano psíquico e igualdad en el plano espiritual. (3)
En relación a la vida comunitaria en el plano físico, debemos desarrollar fraternidad. La fraternidad sólo se comprende en relación a la vida comunitaria en el nivel físico del ser humano. En lo que respecta a la libertad, ésta busca su expresión en el plano anímico o psíquico, y sólo en él busca su expresión. Los hombres sólo pueden alcanzar la libertad cuando buscan ser libres en su interior, en sus almas. Por último, los seres humanos sólo pueden ser iguales entre sí en relación al espíritu. Cada hombre se esfuerza en esta época por alcanzar su Yo Espiritual, y en esta búsqueda que se realiza dentro de cada uno de nosotros somos iguales. Libertad, Igualdad y Fraternidad puede ser un bellísimo y romantiquísimo slogan, pero no tiene potencialidad para el ser humano si no se entiende para qué han de servir al hombre y cómo ha de trabajar el hombre cada uno de estos ideales. Fraternidad para los cuerpos, Libertad para las almas e Igualdad para los espíritus. Cuerpos fraternos, almas libres y espíritus iguales. La época del Alma Consciente exige que un hombre se desenvuelva por sí mismo, que sea autosuficiente y, como personalidad, que logre la emancipación. (4)
Existen dos corrientes que interactúan en la historia contemporánea, cuyos fines, en cierta medida, son opuestos:
1. Una búsqueda caótica de Fraternidad, Libertad e Igualdad hacia un despertar del Alma Consciente.
2. Un esfuerzo que intenta suprimir este despertar en su propio beneficio.
La emancipación de la personalidad surge a partir del concepto de nación. Y esto tiene su comienzo en los orígenes de la nación inglesa y de la francesa a principios del siglo xv. Francia llevó el impulso de la nacionalidad hacia el interior del hombre, enfocándolo en su alma. En Inglaterra, por otro lado, el impulso nacional se orientó hacia toda la humanidad. Con esta doble orientación, se trata ahora de “superar la nacionalidad para conseguir lo humano-universal”. Los libros de Historia marcan el comienzo de la modernidad a partir de hechos que en sí mismos no son trascendentales: la invención de la imprenta, el “descubrimiento” de América, la invención de la pólvora, entre otros. Lo que realmente transformó a la modernidad es la ciencia aplicada. Los logros de las ciencias naturales empleados en la tecnología señalan el comienzo de la era de las máquinas, y con esto el comienzo de una nueva era de colonización. Colonizar nuevos territorios sólo fue posible al utilizar inventos científicos. Así el siglo xviii significó el despliegue de esta nueva era de colonización. Actualmente, es para todo el mundo fácil reconocer a los llamados civilizados y a los llamados primitivos. Es tarea del Alma Consciente poner fin a esta diferenciación. La ciencia actual se dedica al estudio del cadáver de las cosas. Estudia la naturaleza muerta al basar sus investigaciones en experimentaciones prescindiendo de la observación directa de la naturaleza. Este matar para diseccionar, este conocer lo muerto, aplicado a la tecnología introduce las fuerzas de la muerte en lo social. El obrero que trabaja con máquinas se relaciona continuamente con lo muerto, y así con lo autodestructivo. Este es uno de los síntomas más importantes de nuestro tiempo. La ciencia natural y el industrialismo son quienes integran la pareja que ha sobrevenido sobre la humanidad moderna, obstaculizando su dirección espiritual particular. La máquina es el estandarte del industrialismo. Cuando el hombre observa una planta o un animal, encuentra en ellos misterio, enigma; hay algo en sus vidas que, por mucho que el hombre investigue, permanece como misterio. En la máquina esto no sucede, sino que ocurre lo contrario. El hombre puede conocer perfectamente cuáles son los mecanismos, los procesos físico-químicos que movilizan su funcionamiento. La máquina no guarda enigma para el hombre. He aquí el efecto devastador para el hombre: todas las fuerzas y sus relaciones se hallan presentes con meridiana claridad ante los sentidos y ante el entendimiento. Eso es lo que extenúa los corazones y las almas, lo que deseca y deshumaniza a los hombres. (5)
En La Educación como problema social, Steiner plantea la tripartición del propósito de nuestra época de un modo diferente al expuesto en Síntomas de la Historia Moderna. Propone aquí que el organismo social ha de volverse socialista en lo que respecta a lo económico, democrático en lo concerniente a la vida política o jurídica, e individualista en lo que refiere a lo espiritual o cultural. Es decir, fraternidad en lo económico, igualdad en lo jurídico y libertad en lo espiritual.
Al ser humano corresponde entonces desarrollar el Alma Consciente en medio de las mencionadas fuerzas destructivas y es esta la única forma de lograrlo. Las fuerzas de la muerte y la consciencia del Yo están ligadas de un modo inexorable. Este pensar consciente se desarrolló en el hombre gracias a las fuerzas mortíferas intrínsecas a la tecnología, la industria moderna y las finanzas. Sin esto no habría ocurrido. Si el hombre está inmerso en una sociedad moribunda y mecánica, sólo puede desarrollar el Alma Consciente reaccionando contra la misma.” (6)
El hombre en general, y especialmente en la actualidad, posee escasa receptividad a lo que le es de necesidad vital y se esmera en organizar el mundo de un modo que es totalmente contraproducente para la época. Dice Steiner que ya su época (1919) se halla en el apogeo de la actividad mecánica, pues una cuarta parte de lo que se produce en la Tierra no deriva de la voluntad humana, sino de la potencia de las máquinas – ¡la cuarta parte!.
Cuando un hombre trabaja junto al caballo con el arado, ese trabajo común tiene aún significado más allá del presente inmediato, tiene significado cósmico. La actividad de la avispa que construye su avispero tiene significado cósmico. En cambio, con el industrialismo moderno hemos quedado desterrados del cosmos. En palabras de Steiner: La fábrica moderna, totalmente mecanizada, constituye un hueco en el Cosmos; carece de sentido para la evolución cósmica. (7)
Con esta perspectiva de fondo, Steiner advierte que el peligro del régimen educativo, tal como se perfila, es triple: la mecanización del espíritu, la vegetalización o adormecimiento del alma y la animalización del cuerpo (8). Necesitamos actualmente un impulso para una nueva higiene pedagógica. En este sentido, la educación y la enseñanza tienen una relación muy profunda con lo terapéutico medicinal. Siendo así, los métodos educativos no han de surgir a partir de teorías abstractas, sino a partir de las fuerzas evolutivas de cada etapa infantil y de cada niño individual.
El objetivo es conducir al niño a una verdadera relación con el mundo que le rodea. (…) Nuestra meta es desenvolver al niño de tal manera que pueda objetivar las cualidades que se hayan prefiguradas en él, así como ser capaz de encontrar su verdadero lugar en el mundo. (9)
En este mismo sentido, leemos en una conferencia de El segundo septenio: “Todo lo que realizamos en clase debe tender a descubrir las mejores condiciones para la salud del escolar. Para tal fin la máxima educativa suprema es la entrega absoluta a la libertad humana, al modo de ser libre del hombre; el ideal de situarlo en el mundo de manera tal que pueda, sin obstáculos en lo físico, desarrollar su libertad individual.” (10) Propone Steiner que los tres ideales de nuestra época (Libertad, Igualdad y Fraternidad) han de desarrollarse durante el período escolar mediante un triple subsuelo educativo. Durante el primer septenio educamos al niño en su futura libertad, y esto lo conseguimos si le ofrecemos un ambiente rodeado de hombres libres. El niño pequeño es imitador por naturaleza y es todo él órgano sensorio. Esto hace que su percepción del ambiente sea muy intensa. Con lo cual no influye en él únicamente lo que los adultos a su alrededor hacen, sino también y en mayor medida incluso– lo que los hombres sienten y piensan en su derredor. Al crecer el hombre se hallará más próximo a un actuar libre si en su infancia tuvo oportunidad de vivenciar un actuar libre en su entorno. De otro modo, la conquista de la libertad será una tarea mucho más empinada. Es a partir de los años y durante este segundo septenio que el niño necesita amar a una autoridad, venerar a un adulto digno de imitación, y actuar con base en esta autoridad. No es edad aún de ensayar el juicio personal. Y esto es cultivar en el niño lo que será el fundamento de su posterior vivencia de la igualdad ante la ley. Tal vez en el pasado no hizo tanta falta cultivar este sentido de autoridad pero en el futuro será de especial importancia para la humanidad. Durante el tercer septenio, esto es entre los 14 y los 21 años, ha de desarrollarse en el adolescente la base para el ideal de fraternidad que ha de buscarse en lo económico. El desarrollo del amor humano general es lo que entonces buscaremos en la educación del joven.
Entonces la imitación, debidamente cultivada, genera la libertad; la auténtica autoridad genera el derecho; y la fraternidad o el amor, la vida económica. (11) A la voluntad industrial carente de sentido hemos de oponerle voluntad henchida de significado y que tenga su raíz en el espíritu. Esto significa que, mediante intuiciones espirituales, llenemos de espíritu nuestro actuar en el mundo. Sin estos elementos devastadores al ser humano le hubiera sido irrealizable actuar con una base real en el espíritu. Y esto es realizar el Alma Consciente: lograr la captación de intuiciones y realizarlas en el mundo. El materialismo ha entrado en la didáctica en el siglo xix como especialización. Esta especialización es la que encontramos en lo que Steiner llama el maldito horario escolar, y dice que es una verdadera arma homicida contra el ser humano. Este ideal de especialización se dirige en contra del ideal de unidad del ser humano. La cualidad de enseñar asignaturas diferentes una detrás de la otra mezclando todo, saltando de una cosa a la otra sin ton ni son, es muy diferente a la cualidad de vivenciar en una época cuestiones ligadas entre sí, donde una cuestión nos lleva a la otra coherentemente. Las asignaturas no son un fin en sí mismas, ellas deben ponerse al servicio del desarrollo sano del pensar, sentir y querer. En La educación como problema social se nos plantea entonces la cuestión urgente de la preparación de los docentes. El problema educativo es un problema de formación de maestros, y mientras no se conciba así, no existirá posibilidad de alcanzar logros provechosos en educación. (12) Según Steiner, lo que el materialismo ha corrompido con mayor intensidad es la formación de los maestros. Es secundario que el docente sepa responder a lo que se evalúa usualmente en los exámenes. Cuánta información puede suministrarse al cerebro infantil o cuánta tecnología y desarrollo empresarial podemos hacer entrar en el aula es secundario. Lo que sí es de capital importancia es la disposición anímica del maestro, la necesidad de que su disposición encarne un verdadero interés por sus alumnos. De este modo, todo niño ha de ser una pregunta en busca de respuesta. El maestro ha de buscar lo espiritual tras la materia, ver lo espiritual en lo físico. Desde la perspectiva de Steiner, este es un paso que la humanidad debe dar si desea continuar su evolución. ¡Pedagogía fisiognómica: la voluntad de resolver el enigma-hombre en cada individuo aislado, por medio de la educación! (13)
Asevera Steiner que el objetivo más íntimo del hombre debería ser la individualización. Sin embargo, aún en la actualidad, existe un subrepticio y disimulado impulso por nivelar al hombre, estandarizarlo, moldearlo. Esto es producto de la cultura social, particularmente de la industrial, que no permite que la individualidad se manifieste externamente. La cultura industrial ofrece para todos los hombres un único rostro, fabricado en un único molde. Steiner nos alerta acerca de los peligros de las series antropomorfas de la cultura industrial, convocándonos a percibir en cada caso la individualidad. Concebir a cada ser humano como una esencia en sí misma, una entidad espiritual única, es lo que debemos lograr.
Si la Tierra alcanzara su meta antes de que nosotros como hombres alcanzáramos a reconocer a todo ser humano como una esencia en sí misma, la Humanidad no habría alcanzado su objetivo en la Tierra.(14)
REFERENCIAS
- Steiner, Rudolf; 2000; El estudio del hombre; Buenos Aires, Argentina; Antroposófica.
- Etimológicamente teosofía significa sabiduría divina. Si bien la Sociedad Teosófica es fundada en 15 en Nueva York, cuantiosas personalidades se autodenominaron teósofos en siglos precedentes; es el caso de Meister Eckhart, Paracelso, Jacob Boehme y Emmanuel Swedenborg, entre otros. Según ciertas fuentes, el primero en haber empleado el vocablo en un texto fue el filósofo neoplatónico Porfirio en el siglo ii DC.
- Steiner, Rudolf; 200; Síntomas de la Historia Moderna; Buenos Aires, Argentina; Antroposófica.
- Ibidem.
- Steiner, Rudolf; 2002; La educación como problema social; Barcelona, España; Ed. Rudolf Steiner.
- Steiner, Rudolf; 200; Síntomas de la Historia Moderna; Buenos Aires, Argentina; Antroposófica.
- Steiner, Rudolf; 2002; La educación como problema social; Barcelona, España; Ed. Rudolf Steiner.
- Ibidem.
- Steiner, Rudolf; (año no consignado); La educación y la vida espiritual de nuestra época; Buenos Aires, Argentina; Antroposófica.
- Steiner, Rudolf; 2004; El segundo Septenio; Conferencia xii; Buenos Aires, Argentina; Antroposófica.
- Ibidem.
- Steiner, Rudolf; 2002; La educación como problema social; Barcelona, España; Ed. Rudolf Steiner.
- Ibidem.
- Ibidem.
Sobre el autor
Martín Sebastián Godino cursó estudios en Filosofía, Comunicación Social, Arte Dramático, Cine y Fotografía. Es profesor de nivel primario por el Instituto de Formación Superior Perito Moreno. Se ha desempeñado como docente en escuelas con orientación Waldorf en el nivel inicial, primario y secundario. Ha publicado los escritos: “Camilo Diosmío” (2017), “Cuaderno Azul” (2011) y “Werther escapa” (2009). Fue premiado en diversos certámenes literarios en las categorías cuento, poesía y ensayo. Actualmente coordina talleres y seminarios de escritura y filosofía y es parte del equipo editorial de la Revista Numinous. Correo electrónico: godyland hotmail.com
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